domingo, 23 de noviembre de 2008

Historia

- Un poco de historia Kabezanegra –

EL COBARDE FUSILAMIENTO DE SEIS CIVILES EN

QUEQUEÑA,
PERÚ.


Por: Jorge Rubio (Chile)

El Distrito peruano de Quequeña se encuentra ubicado a 25 Kms. al sureste de Arequipa. Es uno de los 29 distritos que conforman la Provincia de Arequipa. El 24 de noviembre de 1883 se produjo uno de los hechos más crueles de la Guerra del Pacífico, una vez lograda la victoria por parte del ejército de Chile sobre Perú: el fusilamiento de seis civiles en Quequeña, provincia de Arequipa, Perú.

Los Murales de Quequeña recuerdan ese hecho.

Entre los años 1879 y 1884 se llevó a cabo uno de los conflictos bélicos más sangriento de nuestro continente entre Bolivia y Perú, por una parte, y Chile por otra: la Guerra del Pacífico.

En ese entonces -1879-, la frontera de Chile llegaba hasta Tarapacá, por lo cual Antofagasta formaba parte del territorio boliviano. Más al norte, Arica e Iquique eran parte del Perú. A pesar de todo esto, la riqueza salitrera que cubría el suelo antofagastino era explotada por capitales extranjeros, fundamentalmente chilenos.


Hiliarón Daza, presidente boliviano de entonces, había impuesto a la mayor productora de salitre, la firma chilena Compañía de Salitres y Ferrocarriles Antofagasta, un impuesto de diez centavos de peso boliviano por cada quintal embarcado del producto. Con ello, quebrantaba los tratados firmados con Chile en 1866 y 1874. En respuesta, Chile ocupó con tropas la zona salitrera de Antofagasta. Entonces se supo de un tratado entre Bolivia y Perú de ayuda mutua en caso de un conflicto bélico que amenazara a alguno de ellos.

El Clarín de guerra sonó en los pueblos, ciudades y caseríos de tres países: Chile, Perú y Bolivia, llamando a sus hijos a reconocer cuartel. Miles de campesinos, mineros y ciudadanos se transformaron en soldados para escribir con su sangre derramada gloriosas páginas de historia.

125 años han transcurrido desde el fin de esta guerra. Muchísimos años de paz aun no logran borrar definitivamente las cicatrices de ella. Los vencidos, principalmente peruanos, que sostuvieron solos el conflicto hasta el final, lamentan aún las cicatrices que marcaron en sus espíritus la crueldad de los vencedores.

Grandes gestas se escribieron en esta guerra, por ambos bandos. La historia destaca el honor de muchos oficiales: Miguel Grau, Arturo Prat, Francisco Bolognesi, Andrés Cáceres, Eleuterio Ramírez… y muchos más. A pesar de la defensa de su territorio por parte de Perú, las tropas chilenas avanzaron en su penetración de suelo peruano. Finalmente la superioridad de las tropas chilenas logró vencer la resistencia peruana. Una de las acciones que aún duele en el alma del Perú, fue la rendición de la guarnición de Arequipa sin oponer resistencia; fue una rendición sin lucha. Derrotado Perú, se procede a la firma de un tratado de paz entre los gobiernos de Perú y de Chile, el 20 de octubre de 1883, en el Tratado de Ancón. El ejército chileno quiso asegurar que este tratado fuese respetado por el bando peruano procediendo a tomar posición de puntos estratégicos. Estas acciones develaron la crueldad que asomó en parte de oficiales y tropas de los vencedores sobre los vencidos. Las violaciones de mujeres, el saqueo del patrimonio arquitectónico del Perú, el maltrato de su población y el arrebato de territorio no se olvidan.

El mes de noviembre del año 2006 visité Arequipa, por segunda vez. Tenía en mente recorrer algunos de los sitios peruanos de esta región que fueron actores de esta guerra, entre otros, Mollendo, Moquegua, la bahía de Ilo, Paucarpata, etc. Conversando con un señor peruano en mi recorrido, al saber que era chileno, me señaló que también debía conocer Quequeña. Qué hay en Quequeña, le pregunto: debe verlo usted mismo, me respondió, y me indicó cómo llegar.

El poblado anterior a Quequeña es Yarabamba, que anuncia lo que allí ocurrió el día 24 de noviembre de 1883. Y supe de esta historia oculta por nuestra propia Historia. Este es parte del relato de lo que allí ocurrió escrita por el presbítero de Quequeña, de aquel tiempo, don José Valencia:

"Después que los chilenos entraron en la ciudad de Arequipa en octubre de 1883 vinieron a Pocsi un oficial llamado Ramón Villonta y cuatro soldados uno de ellos identificado como Juan Fernández quienes cometieron abusos en Polobaya y Piaca y después entraron a Quequeña. Dos de los soldados bajaron a Yarabamba donde en la picantería "el Mollecito" quisieron abusar de una joven que todavía existe por lo que algunos vecinos les quitaron los rifles. Se regresaron a Quequeña para volver a Yarabamba los cuatro. En el trayecto encontraron a Don Andrés Herrera tejiendo un sombrero de chito, lo hicieron hincar para fusilarlo pero uno de ellos dijo: Es inocente no lo matemos. Llegaron a Quequeña muy atrevidos por lo que algunos jóvenes los persiguieron a su vuelta a Quequeña y fueron victimados dos de ellos a las ocho y media de la noche. El 23 vino un chileno muy político y con gasmona decía: "no hay porque admirarse de lo sucedido, en tiempo de guerra mucho mas acontece" Reservadamente había tomado razón nominal de ocho sujetos que el día anterior tuvieron la reyerta con los chilenos. El 24 vinieron once oficiales y cincuenta soldados a caballo. Desde Yarabamba arrearon a los vecinos que comunalmente se ocupaban de amontonar algunos maíces. Un chileno se desprendió de la tropa persiguió a una mujer y la violó. En la plaza colocaron en línea a los hombres que arrearon y flagelaron a seis. El cura Retamoso le dijo al oficial que le pareció más respetable, todos son inocentes y los de la reyerta se dice que han fugado. Le contestó veré su iglesia, entraron a ella y dijo es hermosa…”

Entre Yarabamba y Quequeña se sigue el camino zigzagueante de tierra, entre los andenes para el sembrado; por sobre las pircas de piedra que limitan el camino se pueden ver las casas de piedras y barro con sus techos de paja, y como parte de ese paisaje, se ven los Murales de Quequeña que recuerdan y denuncian lo que allí ocurrió hace más de cien años, como un eterno homenaje a los seis vecinos que fueron fusilados por tropas chilenas. Recorrer esos caminos que se mantienen igual que hace 124 años, es recorrer el martirio de los hombres de Yarabamba que fueron violentamente sacados desde sus casas y trasladados hasta Quequeña, donde 20 fueron azotados y se tomó al azar a los seis que fueron fusilados. Actualmente se llama “Alameda de los Héroes de Yarabamba y Quequeña” al tramo del camino que une ambos distritos. En mi país sólo se nos enseña la verdad oficial, aquella que escriben los vencedores. No sabemos de esta parte de la guerra.

A continuación parte de la versión del oficial a cargo de las tropas chilenas sobre este hecho:

" Quequeña, octubre 24 de 1883.- Vistos : el día 21 del presente llegó al pueblo de Quequeña, a 5 leguas mas o menos de la ciudad de Arequipa, una comisión encargada de recoger el armamento que había pertenecido al Ejército y Guardia Nacional peruanos. La comisión la componían un Sargento y dos soldados del escuadrón General Cruz, dos capataces y ciudadanos peruanos que por orden de la autoridad peruana, debían proporcionar todas las facilidades del caso a la comisión de nuestro Ejército.

El 22, a las cuatro de la tarde, el soldado Juan Fernández llegó hasta el pueblecito de Yanabamba, 15 cuadras mas cerca de Arequipa, e iba mandado por un sargento para llevar el armamento que le entregaría la autoridad de ese lugar. El soldado Fernández fue atacado al llegar a Yanabamba por una partida armada con unos pocos rifles y garrotes, pudiendo apenas llegar a Quequeña desarmado. El Sargento Francisco A. Román y el soldado Francisco Valdebenito salieron a buscar el armamento del soldado Fernández, pero a 5 cuadras de Quequeña fueron detenidos por una partida de 25 hombres armados de rifles, palas de trabajo y garrotes. Regresaron a Quequeña, dieron cuenta al Gobernador y a los vecinos, pero no se les prestó ayuda de ninguna clase, y cuando se encontraban todavía en casa del Gobernador, fueron atacados por una poblada engrosada considerablemente con vecinos de Quequeña. El sargento y el soldado fueron al lugar donde habían dejado al soldado Fernández, en un corralón en que estaban las mulas de la comisión al cuidado de arrieros. Era cerca de la oración y serían las ocho de la noche. Como a las nueve, sintieron un gran tropel de gente, y fueron atacados por la misma poblada, compuesta esta vez por mas de 50 personas, que rodearon el corral y que desde las casas vecinas dispararon sus armas; y cuando vieron que los soldados no se defendían, entraron, ultimaron a garrotazos al sargento Román y al soldado Fernández, logrando escapar herido en un brazo y una mano el soldado Francisco Valdebenito. Los cadáveres de los soldados fueron horriblemente mutilados, y destrozadas las mulas que había en el corral. Examinadas detenidamente 60 personas que fueron aprehendidas en los pueblos de Yanabamba y Quequeña el día 24, el Tribunal estableció los hechos siguientes:

1°. Que la comisión de nuestro Ejército no cometió ningún acto de extorsión, obser-vando por el contrario buena conducta, permaneciendo constantemente con las autoridades peruanas;

2° Que fueron atacados y ultimados por mas de 60 personas de los puebles de Yanabamba y Quequeña, siendo los autores principales los ciudadanos peruanos Andrés Becerra, Mariano Linares, Federico Barrera, Nicanor Rodríguez, Andrés Herrera, Cleto Málaga, Pablo Málaga, Casimiro Arenas, Luciano Ponce y Juan Arenas.

3° Que ni un solo habitante de los pueblos de Yanabamba o Quequeña, gobernadores, sacerdotes, etc., etc., hizo un acto o demostración en favor de nuestros soldados, debiendo con arreglo a los principios de moral y legislación de todos los países, considerarse cómplices del atentado, puesto que no lo evitaron, pudiéndolo;

4° Que los vecinos de Yanabamba y Quequeña han tolerado que los primeros autores del crimen permaneciesen en las poblaciones hasta la mañana del 24, en que entró la fuerza chilena, y no los aprehendieron para ponerlos a disposición de la justicia, lo que los coloca en el rango de encubridores”.


De los individuos aprehendidos se separan todos aquellos que por su ancianidad, niñez o enfermedad no habían tenido bastantes fuerzas físicas para contener a los que atacaron a los soldados chilenos, quedando en fila 26 individuos peruanos. De estos se sortearon 6 que fueron: Liborio Linares, Manuel B. Linares, Ángel Figueroa, Luciano Ruiz, Juan de D. Costa y José Mariano Ávila, los que fueron fusilados tomando como paredón una de las paredes de la iglesia. Luego los soldados chilenos procedieron a incendiar algunas de las casas de Yarabamba y de Quequeña.

Hoy día en nuestro país, a hechos como estos, se le llama “excesos”.

Mientras recorría la iglesia, la plaza, el museo, el monolito que recuerda estos mártires, las calles de tierra que caminaron aquellos que serían más tarde azotados y fusilados, conversaba con vecinos del sector, quienes al saber que soy chileno, me agradecían mi gesto. No encontré rencor en sus miradas ni en sus palabras. Todos sabíamos que éramos ajenos a lo que allí sucedió. El colectivero que me trajo de regreso se desvió de su recorrido y me mostró donde estaban algunas de las casas que fueron quemadas. Y me deseó un buen retorno a mi país…y lo esperamos de vuelta, me dijo. Al dejar el colectivo mis ojos sin duda que estaban brillantes. Me costaba tragar saliva, y no era por la sequedad del lugar: sentí vergüenza por mis soldados de ayer, y los puse a la par de mis soldados de hoy.

Sólo espero que nunca más, nunca más….

En Quequeña y Yarabamba numerosos murales acompañan al caminante por este recorrido. Son los Murales de Quequeña, que guardan una página de la historia triste de estos poblados y permiten mantener vivo el recuerdo de sus mártires, durante la Guerra del Pacífico.

Los murales de Quequeña

El improvisado paredón, a un costado de la iglesia de Quequeña.

Una de las calles que recorrieron, por última vez, los seis pobladores de Yarabamba, los que serían finalmente fusilados. Hoy se conservan igual que hace 124 años, las mismas calles de tierra, las mismas piedras y las mismas pircas.
La iglesia de Quequeña, cuyos muros fueron utilizados como paredón.

Tropas chilenas en Quequeña. Hoy llamada “Alameda de los Héroes de Yarabamba y Quequeña”

Latigazos a pobladores de Quequeña y Yarabamba. La inútil defensa del sacerdote.

Las tropas chilenas azotando a pobladores de Quequeña y Yarabamba.

Monolito en homenaje a los mártires de Quequeña, ubicado frente al municipio y a la iglesia, donde fueron fusilados los pobladores


Honor y gloria a los mártires de Quequeña

domingo, 9 de noviembre de 2008

Historia

- Un poco de historia Kabezanegra -

HISTORIA DEL 4 VECES HEROICO PUERTO

DE VERACRUZ (MÉXICO)


Por: Israel Sastré Carrillo (México)

Restos de civilizaciones prehispánicas de entre 1,500 y 1,200 años de antigüedad han sido encontrados en más de 200 sitios en el actual estado de Veracruz. Las civilizaciones de las que se tiene conocimiento habitaron aquí fueron los huastecos, totonacas y olmecas.


Hacia el siglo V a.C. de rastrean los inicios de la cultura olmeca, debido a lo cual se les considera una cultura “madre” en el país. Localizados en el Golfo Mexicano, utilizaron la agricultura por primera vez cuando se asentaron en Tres Zapotes. Son famosos por sus gigantescas cabezas escultóricas, sus altares y por el Señor de la Limas.

De los huastecos poco se sabe pues tuvieron que librar numerosas invasiones. Las comunidades totonacas en el estado costero florecieron en el periodo clásico tardío y los restos de sus centros ceremoniales más importantes son el Tajín, Zapotal, Las Higueras, Yohualichán y Nopiloa.

En 1518 llegó a las costas veracruzanas la primera expedición española al mando de Juan de Grijalva. Procedentes de Cuba, estos conquistadores se dedicaron a reconocer ríos y la costa. Posteriormente, en 1519, el capitán Hernán Cortés llegó para fundar la Villa Rica de la Vera-cruz un viernes santo. Ciudad y puerto que se convertiría en el enlace entre la nueva provincia y España. De aquí se enviaban metales preciosos, frutos, semillas y algodón al Viejo Mundo, mientras que los españoles colonizadores recibían animales domésticos, esclavos, pólvora y vino tinto, entre otros productos europeos. Sin embargo, y al igual que sucedió en otros puer-tos mexicanos durante el siglo XVI, Veracruz sufrió numerosos ataques piratas. La explotación colonial redujo considerablemente el número de nativos en la región, por lo que los es-pañoles trajeron esclavos negros para trabajar en las encomiendas veracruzanas. El 1618 se fundó la villa de Córdoba y en 1739 se erigió el ayuntamiento de Xalapa (actual capital del estado).

La Independencia Mexicana fue apoyada por muchos veracruzanos, entre los que destacan los jóvenes Evaristo Molina y Cayetano Pérez. Numerosas batallas entre insurgentes y realistas sucedieron en su suelo, y al final, en 1821, el último virrey español y Agustín de Iturbide firmaron los Tratados de Córdoba en la ciudad del mismo nombre, para poner fin a 300 años del gobierno español.

Durante la celebración del Congreso de la Unión en 1824, se declaró la creación del estado independiente y soberano de Veracruz. En 1847, la ocupación norteamericana tomó el puerto de Veracruz durante 4 meses, hasta que la firma de los Tratados de Guadalupe Hidalgo fijó el precio de la libertad mexicana, la “venta” de más de la mitad del territorio mexicano al norte del país.

El porfiriato significó para el estado la apertura de mayores industrias, principalmente la tex-til. Las fábricas funcionaban bien para los dueños, sin embargo los obreros eran explotados con interminables jornadas laborales y raquíticos pagos en especie entregados en las llamadas “tiendas de raya”, en donde se llevaba la cuenta de cualquier adeudo que el trabajador o su familia tuviera con la fábrica. Ante tales condiciones laborales, los obreros de la región de Orizaba se unieron con los de Puebla y Tlaxcala para organizarse en el Gran Círculo de Obreros Libres, uno de los actos precursores de la Revolución Mexicana.

Durante la historia moderna del país, Veracruz ha sido protagonista; algunos de los importantes eventos políticos y sociales sucedidos en tierras veracruzanas son, ser capital del país durante la presidencia carrancista y la promulgación de las leyes de reforma agraria; ser sede del Congreso Preliminar Nacional en donde se creó la Confederación de Trabajo Mexicana; sede de la Fundación de la Liga de Comunidades Agrarias; participación de los sindicatos petroleros en la expropiación petrolera llevada a cabo por el Presidente Lázaro Cárdenas.