ALIAS TEATERN
Es uno de los teatros latinoamericanos más antiguos de Estocolmo. Luchan en estos momentos por sobrevivir la mala decisión tomada por Kulturrådet de quitarles 200 000 coronas de su subsidio estatal. Ya van más de 2000 firmas de protesta y muchas más por venir. Ana Maria Padilla, la productora y traductora del teatro nos cuenta sobre el caso.
Por: Chelo
Foto: Lessly Gonzalez
¿Cuándo nace Alias Teatern?
¿Cuánta gente hace el teatro?
Lo interesante que tiene este teatro es que tenemos solamente ochenta lugares, lo que es un problema porque aunque llenes el teatro no logras sacar una ganancia fabulosa, porque son muy pocas sillas. Kulturrådet nos da 600 000 coronas por año y nosotros hacemos entrar 450 000 coronas por año en recaudación de billetes vendidos, lo que significa que a pesar de que tenemos una sala mínima, ya que son 80 butacas, hacemos entrar casi lo mismo que Kulturrådet nos da. Esa relación tendría que hacerles pensar un poco, porque nosotros no es que tengamos 300 lugares, nosotros tenemos que tener lleno todo el año para poder hacer entrar toda esa cantidad de plata.
Este teatro siempre está lleno, los días que no está lleno está hasta la mitad la sala. Nosotros no actuamos nunca para cinco personas como otros grupos. Con “La Nona”, cuando la hicimos el 2005, hacíamos diez funciones por semana a sala llena, dos por día, son cifras que son indiscutibles. En cuanto a la calidad, creo que una medida indiscutible de calidad es justamente la medida del público. El público no es idiota, el público paga por algo que sabe que vale la pena y si no va a otro lugar.
Si hablamos de la meta político cultural que ellos tienen y los criterios que tienen para darle plata a los diferentes grupos, me mencionaron como ocho diferentes criterios que hay que cumplir y me dicen: “ni fyller alla kriterier”. Pero claro les digo yo, “vi fyller alla kriterier med råga. Vadå internationell inriktning, vi har varit internationella sen 30 år tillbaka. Vadå mångfald, vi är mångfaldiga på alla plan. Vadå mångfald åldersmässigt, den äldste av oss är 80 år och den yngsta 19 år, vill du ha mer mångfald, sen har vi en mexikanare, två argentinare, en chilenare, en finländare, vad snackar vi om”. No tienen idea.
Ellos no tienen ninguna obligación de explicarme. A mí me vino tal calentura, se me sentó el indio con hacha en la cabeza y dije, ¡basta! Agarré, hice una carta al público, un día después que terminara la función subí al escenario y dije: “disculpen, yo soy la productora y nunca me meto acá. La escena es de los actores y el público, pero hoy me tengo que meter, pero me meto por esto” y les conté. El asunto es que empezó a correr la lista, después mandé por mail la misma carta a nuestros amigos más cercanos y a la gente que ha trabajado con el teatro y me dije “bueno juntaré 100 o 200 firmas”.
Se da la casualidad que al día siguiente que pasa esto viene Pia Huss de Dagens Nyheter para hacer una crítica, una reseña de la obra Blinde Date. Pia Huss fue la que realmente hizo público esto, en su critica dice al final: “y se debe considerar que el hecho de que Kulturrådet quiera sacarle dinero a Alias Teatern es un error más de la política cultural actual de este gobierno de derecha”. Se juntaron 700 nombres después de eso, ahora van sobre los 2000.
¿Se sienten discriminados?
Lo único que a mí me queda por pensar es que nos sacaron a nosotros porque ellos pensaron en su miopía, porque esto es ser miope, “bueno” son latinoamericanos no más, no va a pasar nada. El problema es que cuando yo les aterrizo con 700 nombres y les empiezan a llamar todos los diarios de Suecia, se dieron cuenta y dijeron “Shit”, no son latinoamericanos no más.
Hay una cosa que no soporto y es caerse en la del discriminado. Yo nunca me sentí discriminada en Suecia, nunca. Yo vivo acá hace 32 años, a mí nunca me discriminó nadie directamente, a mí nadie nunca me dijo cabeza negra, a mi no me discriminó nadie por la cara. Pero la discriminación existe y existe en este nivel súper sutil, como esto que pasa ahora con Kulturrådet. Hay mecanismos donde ellos te hacen invisibles, ellos no te ven, y es exactamente lo que pasa en este caso. Ellos quisieron seguir viendo al Alias Teatern como ese grupito de cabezas negras que hace treinta años llegaron a Estocolmo y armaron un teatrito. Ellos son incapaces en su mentalidad súper etnocéntrica de sacarse los anteojos y mirar para descubrir el desarrollo de este grupo. Ellos como en el tango pensaron: “30 años no es nada...”. Y se equivocaron, en treinta años pasan muchas cosas, y el Alias Teatern es hoy un fenómeno único, no sólo en Suecia sino en toda Europa: es un teatro integrado. Un teatro en donde no se discute la integración ni la multiculturalidad, sino que se vive en el día a día de la actividad teatral, un fenómeno del ‘gran Estocolmo’, que el público de Estocolmo valora y aprecia comprando entradas y viendo nuestras puestas.