viernes, 10 de diciembre de 2010

Por: Sergio Infante

Se dice, por ahí, que cuando en 1967 Mario Vargas Llosa ganó el premio de la crítica, en España, y el Rómulo Gallegos, de Venezuela, por La casa verde, Pilar Serrano, la mujer de José Donoso, le habría dicho al galardonado: “Ya va siendo hora de que te saques ese jopo, Varguitas”. Es difícil saber cuál fue la intención de la esposa del novelista chileno. ¿Una forma de decir, medio en broma, a Vargas Llosa que había alcanzado la madurez como escritor y que ese peinado juvenil se había vuelto anacrónico? ¿O con secreta envidia, porque a su Pepe no le llegaba la gloria de forma tan vertiginosa como a Varguitas, le salió una agresividad sazonada con un solapado clasismo que consideraba medio punga ese jopo azabache? ¿O habrá querido Pilar bajarlo del Parnaso con una pesadez, obrando muy a la chilena? Esto último tiene ciertos indicios, años más tarde Vargas Llosa escribiría un artículo sobre la tendencia a aplastar, difamar y poner trabas a toda persona que se destacara. Le parecía un defecto latinoamericano, que el bautizó como “imbunchismo”. El término estaba inspirado en el nombre de un ser mítico del archipiélago de Chiloé, en Chile, el Inbunche, que los brujos mantienen atado y con todos los orificios bien cosidos. Pero quizá no sea más que una conjetura relacionar aquellas recomendaciones por el jopo con el artículo antiembunchista.

Más seguro resulta constatar que con los años el pelo de Vargas Llosas fue cambiando. No solo porque el paso del tiempo trajo la merma cabelluda y las canas que fueron desdibujando el jopo sobre la frente, sino también porque el cambio del pelo ideológico que se fue dando en el escritor peruano acentuó las diferencias entre el joven arequipeño con su peinado provinciano y el señor que se autoproclamó ciudadano del mundo en el Aula Magna de la Universidad de Estocolmo en 2006, entre el joven izquierdista y el caballero neoliberal, entre esa sonrisa simpáticamente caballuna dirigida a los revolucionarios y esa nariz que ahora se le arrisca como si esos mismos revolucionarios apestaran. Parecen dos personas distintas a las que el jopo y su ausencia emblematizan respectivamente.

Ahora bien, el premio Nobel no lo reciben aquellas dos personas por separados, sino una vida que, independientemente de los cambios ideológicos que haya experimentado, está cruzada por una fidelidad hacia la literatura, a ultranza. Allí está todo el tesón y todo el talento, la magnífica narrativa de Vargas Llosa. Eso es lo que va a trascender de esa vida.

Es cierto que al variar las formas de pensar y de actuar políticamente, varían también las obras. Así no son iguales La ciudad y los perros que Pantaleón y las visitadoras, Conversación en La catedral que Historia de Mayta, La casa verde que La guerra de fin de mundo o Lituma en los Andes, pero en todas están los desvelos por el Perú o la inquietud por lo humano, expresados con un oficio impecable. Eso es lo que ha premiado la Academia sueca este 2010.

Entonces, perdonémosle a Vargas Llosa el no pensar del mismo modo que nosotros. ¿Acaso, en el fondo, no se lo hemos aceptado a Quevedo, a Balzac, a Celine, a Pound, a Borges, al lado de los cuales el derechismo del escritor peruano es una pata de jaiba? Perdonémoselo y saludemos su Nobel con una novela suya en la mano. Alegrémonos por Varguitas y su jopo. Saquémonos el sombrero ante don Mario.

domingo, 28 de noviembre de 2010

EL FASCISMO
¿Una ideología postliberal?


Por: Elsa Eriksson Anell & Fernando Camacho Padilla

La memoria del ser humano es corta y más para quienes no conocen la historia. Desde la década de los noventa hemos visto cómo partidos ultranacionalistas basados en valores patrióticos han ido cobrando un mayor protagonismo. Si bien su crecimiento ha ido fluctuando durante estas dos últimas décadas, su presencia es indiscutible e incluso han llegado a obtener resultados electorales no menores. Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo del año pasado confirman esta tendencia, al igual que la composición política de gobiernos de distintos países europeos. Aquellos países en los que todavía la extrema derecha no forma parte de la coalición gubernamental, al menos tienen presencia en el parlamento. Sobre ello, cabe destacar que son muy pocos los países europeos que no han visto crecer este tipo de partidos en los últimos años, y éstos son aquellos donde los partidos conservadores mantienen posiciones e individuos cercanos a experiencias fascistas pasadas, tal como ocurre en España y Portugal.

Si revisamos cualquier libro de historia del siglo XX, veremos cómo la crisis generada por el crack de la bolsa de Nueva York en 1929 tuvo entre sus consecuencias la aparición de numerosos partidos ultraconservadores basados en los valores patrióticos y de superioridad frente a otros pueblos o grupos humanos. Italia, Alemania, España, Portugal, son algunos países donde lograron imponerse estas ideas a partir de golpes de Estado, autogolpes o guerras civiles. En otros países no lograron llegar al poder, pero no estuvieron tan lejos.

Las causas de la crisis económica de 1929, la cual afectó al mundo entero durante la mayor parte de la década de 1930, tuvo su origen en la especulación financiera y en el descontrol estatal de los países hegemónicos del modelo capitalista en la estructura macro económica. La crisis económica iniciada en el 2008 y de la que no logramos todavía salir tiene, en su esencia, unos rasgos muy similares a la que nos afectó hace ochenta años.

Lo interesante es cómo una crisis de similares características puede resultar en el resurgimiento de partidos e ideologías prácticamente idénticas a las que aparecieron en aquel entonces. No hay mucho más que razonar. Evidentemente que la reaparición del fascismo no es algo nuevo de esta década, ya en los noventa tuvimos experiencias similares con la crisis que azotó Europa. Se trató de una primera advertencia de la situación con la que nos encontramos hoy día.

Las responsabilidades

Ahora la sociedad se pregunta cómo es posible que hayan reaparecido partidos con estas características típicamente fascistas y, además, que un porcentaje no menor de los ciudadanos voten por ellos.
La responsabilidad cae, evidentemente, en el modelo político y económico actual, así como en la ignorancia de quienes votan por ellos. Como es conocido, el consumismo necesario para el mantenimiento de la alta producción en el que se basa el sistema capitalista, tiene como su principal estrategia la ignorancia de las masas, la creencia que para ser feliz hay que poseer bienes materiales, y para poder comprarlos hay que trabajar y ganar dinero. Los pocos que saben que no es así y alzan su voz para denunciar las injusticias y desigualdades que genera el modelo capitalista, en el mejor de los casos son acusados públicamente de ser idealistas, y cuando logran un poco de atención social, directamente son atacados por ser una amenaza para la especie humana o incluso de patrocinar el terrorismo. Cuando después de comprar un auto, un televisor o ropa cara, vemos que no somos todavía lo suficientemente felices, entonces planificamos comprar otra cosa. Y así sucesivamente. Mantenemos nuestro tiempo ocupado, ya sea trabajando para ahorrar dinero, y el tiempo libre pensando en qué vamos a comprar o, directamente, comprando. Ir de compras se ha convertido, para muchos, en la principal diversión del fin de semana. Entre el trabajo, las compras y el uso de los bienes comprados (sumados a toda la oferta de entretenimiento ya existente no crítico como el deporte, las modas, los videojuegos, o cualquier medio sin contenido ideológico alternativo), no hay tiempo para la reflexión ni la meditación de nuestros propios actos ni estilo de vida. Menos todavía para un análisis mayor del modelo.

Entonces, cuando el poder adquisitivo empieza a disminuir fruto de una economía mal gestionada por estar en las manos de empresarios depredadores y políticos sin escrúpulos, no hay mejor grupo para culpabilizar que los débiles de siempre, aquellos que no tienen fuerza alguna, ni militar ni política, y ni siquiera conocen los mecanismos (quizás porque no los hay) de defenderse: los inmigrantes. Son ellos los vampiros que chupan los recursos económicos del Estado, quienes no respetan la moral ni los valores del país al que llegan, son ellos los causantes de la degeneración nacional.

Este discurso viene como anillo al dedo al modelo imperante puesto que no se ataca a los responsables directos de las injusticias sociales, el mal reparto de la riqueza, la mayor ignorancia de la sociedad, entre muchos otros males, que en realidad serían los mismísimos gobiernos liberales. Estos gobiernos y los respectivos partidos que los componen aprovechan el discurso fascista para evitar una crítica y movilización popular que los sacara del poder y crearan un modelo más acorde con las necesidades reales del ser humano.

El discurso de libertad del individuo frente a los derechos y organizaciones colectivas no es más que una estrategia para aumentar el consumo y desarticular la sociedad para evitar cualquier intento de cambio.

La razón por la cual los partidos liberales no atacan directamente a los inmigrantes de los males del país, se debe en primer lugar a que no es “políticamente correcto”, y en segundo lugar, a que los dirigentes de estos gobiernos, así como el empresariado, son totalmente conscientes de que los inmigrantes son muy necesarios para mantener altos índices de consumo, mano de obra barata, y además generan altos recursos para el Estado dado que pagan impuestos y no se ha gastado dinero en ellos (los inmigrantes llegan como adultos al país y directamente se integran al mercado laboral y, por lo tanto, no consumen los recursos de formación educativa ni tampoco de salud o vejez). Es por ello que los partidos ultraconservadores ocupan con su retórica racista el nuevo espacio abierto por los gobiernos liberales al malestar generado por la crisis económica y los respectivos efectos sociales que ocasiona. Dicho vacío ideológico dentro del sistema partidario tradicional es manipulado por el fascismo con un discurso sencillo, emotivo y agresivo, con unos análisis y reflexiones, además de soluciones, fuera de lo común. Eso explica su éxito, y es más, si consideramos la ignorancia, así como las enormes injusticias y desigualdades que genera el modelo capitalista, es extraño que los partidos ultraconservadores no tengan todavía más adeptos.

En definitiva, todo está perfectamente calculado. Los gobiernos liberales permiten la existencia de grupos fascistas para que quienes estén descontentos con el modelo actual, voten por ellos y, además, para distraer al resto de la opinión pública (entre ellos sus propios votantes), declarando que estos partidos extremistas suponen la nueva amenaza para el país. En definitiva, los partidos liberales aceptan silenciosamente el discurso racista que acusa a los inmigrantes como los responsables de la crisis nacional, pero también distraen a la masa electoral con una campaña centrada en donde “la nueva amenaza” al sistema son los dirigentes políticos fascistas y sus votantes. De ese modo, no hay nadie más que sea responsable o culpable de la situación actual. Así, el modelo económico, el sistema que lo sostiene y los partidos gobernantes quedan a salvo de cualquier crítica y posible cambio.

El modelo de la ignorancia

El desconocimiento absoluto de la cultura, los valores y las tradiciones de otras regiones del mundo, es el principal pilar del éxito del fascismo, el cual se apoya en la información transmitida por los medios masivos de comunicación, generalmente sobre aspectos negativos o acontecimientos horribles que ocurren en otras regiones del planeta.

La mayor parte de la sociedad tiene miedo a lo desconocido, miedo a lo que pueda ocurrir en el futuro, miedo a quien pueda llegar y lo que pueda traer. Los inmigrantes son, por lo tanto, esa amenaza. Los medios y los partidos fascistas los tratan, a priori, como criminales por el simple hecho de no contar con una autorización de entrada al país. No es necesario dar más explicaciones. Son criminales, y como tales, van a cometer crímenes en el país al que llegan. Hay que protegerse de ellos.

Los seguidores de los partidos fascistas no leen, no viajan, no se interesan por otras culturas y ni siquiera por entender su propia historia. Son los actores pasivos, las víctimas de la ignorancia generada por el modelo liberal y la retórica fácil de los partidos fascistas. Ellos, a su vez, convertirán a los inmigrantes en sus propias víctimas.

Sin embargo, ¿Se puede decir que esa masa electoral que vota por estos partidos es realmente fascista? ¿Existe la posibilidad de cambiar su voto en futuras elecciones? De ser así, ¿cómo? Evidentemente que fascistas serán algunos de ellos de por vida pero con un cambio en las políticas educativas y en los mensajes sublimes de los medios, la mayor parte cambiaría de tendencia política.

Los actores activos son quienes lideran los partidos, creando teorías y discursos a partir de la retórica racista y patriótica. Son la “intelectualidad” del movimiento. ¿Puede ser una persona intelectual racista? Si incluimos inteligencia con intelectualidad, evidentemente sería imposible. Entonces, ¿Son las cabezas, los ideólogos, los actores activos del fascismo realmente fascistas? Se podría establecer que simplemente son individuos que se percatan del vacío ideológico y del malestar social, el cual está ansioso de soluciones rápidas a sus problemas, que ven en ellos la oportunidad de adquirir poder y protagonismo en la vida política del país. ¿Con cuál objetivo? Los mismos que promueven el liberalismo, una mejor vida material y un sustento económico. La ideología y los valores que promueven son simplemente el medio de conseguirlo.

El liberalismo acaba con los derechos de los trabajadores, promueve el egoísmo y el individualismo, vuelve ignorante a las masas y forma a su propia élite, comete todo tipo de abusos y somete a una explotación infinita a millones de trabajadores del mundo. El fascismo es racista y el único peligro que supone al liberalismo, frente a todas las ventajas descritas anteriormente, es que de llegar al poder aniquilaría literalmente a las masas de trabajadores (inmigrantes para empezar) que sostienen el modelo liberal. Por ello, el fascismo es una ideología que es necesaria para que el liberalismo pueda mantener el modelo vigente, siempre y cuando no logre alcanzar el poder. Consecuentemente, ¿Dónde está la responsabilidad? ¿Qué valores comparten? ¿Realmente hay una gran diferencia entre sus valores éticos y morales?

En el caso de un aumento considerable del fascismo, los gobiernos liberales intentarán nuevamente mejorar las condiciones económicas de las masas votantes para que su poder adquisitivo y su consumismo esté al nivel que desean, y evitar así un cuestionamiento de su modelo, aunque sea necesario hacerlo a partir un reparto más equitativo de la riqueza. Sólo de esa manera recortarán votos al fascismo hasta que sus experimentos monetaristas vuelvan a generar una nueva crisis. Entonces, cabe preguntarse ¿Cuándo llegará la próxima? ¿Qué efectos políticos tendrá? ¿Logrará reemplazar el fascismo al liberalismo nuevamente tal como ocurrió en la década de los treinta en Alemania, España o Italia? Por si acaso, empecemos a organizarnos.

sábado, 27 de noviembre de 2010

VALET 2010
SVERIGEDEMOKRATERNA
&
SVENSKHETEN

Av: Tobias Hübinette

I valet i september 2010 erhöll Sverigedemokraterna (SD) nästan 6 procent och 20 mandat i riksdagen samt representation i flertalet landsting och i majoriteten av landets kommuner. Partiets väljarkår är mycket ojämnt fördelad inom totalbefolkningen och domineras i stort av unga vuxna vita kristna män från arbetarklassen och den lägre medelklassen. Detta innebär bland annat att 10-12 procent av alla män som röstade i valet valde SD då ej mer än en tredjedel av SD-väljarna är kvinnor. Det är särskilt de vita arbetar- och lägre medelklassmännen under 35 år som utgör SDs kärnväljargrupp, och inom detta befolkningssegment röstade kring 20 procent på partiet. Utifrån ras är koncentrationen till vissa generationer, främst de sena 70-talisterna, 80- samt 90-talisterna, minst lika extrem mot bakgrund av att proportionen icke-vita svenskar är relativt stor bland de årskullar som i första hand röstar på SD. Statistiskt innebär det att cirka 15 procent av alla vita män i landet under 35 år röstade på SD, och bland 80- och 90-talisterna når denna siffra upp till kring 20 procent. Med vita svenskar menas både infödda svenskar och invandrade från i första hand europeiska och västerländska kristna länder samt deras barn och efterkommande. SD var dessutom det parti av landets samtliga riksdagspartier som hade flest personer med utländsk bakgrund bland sina kandidater i valet 2010, vilket visar att många vita och kristna invandrare och barn till dessa sympatiserar med partiet. Attitydundersökningar har även indikerat att vita och kristna invandrare och deras efterkommande är än mer negativt inställda till icke-vita och icke-kristna dito än infödda svenskar.

Det som är viktigt att komma ihåg är att det är ett ovedersägligt faktum att SD är en direkt arvtagare till och utväxt av mellankrigstidens och krigsårens liksom till efterkrigstidens svenska nationalsocialistiska och fascistiska rörelse. Att sedan alla som tillhör 2010 års medlemskader inte nödvändigtvis har en direkt nationalsocialistisk bakgrund och att troligen majoriteten av medlemmarna och än mer sannolikt majoriteten av sympatisörerna ej skulle självidentifiera sig som nationalsocialister och fascister är en annan sak. Ideologiskt förespråkar SD en nationalism som är blods- och kulturbaserad där vithet (ras) och svenskhet (etnicitet) har sammansmält utan att detta ens behöver sägas, och som därmed gör det omöjligt för icke-vita och kanske än mer icke-kristna svenskar som invandrat eller som är barn och efterkommande till invandrade från särskilt icke-västerländska länder att någonsin bli svenskar. Samtidigt skiljer sig SDs definition på svenskhet inte från den vardagsnormaliserade, socialt accepterade, kulturellt odlade och politiskt sanktionerade svenskhet som dominerat de senaste cirka 100-150 åren och som konstruerades och propagerades av eliterna av både höger- och vänstersnitt inklusive forskare, författare, journalister och politiker, och som högst troligt delas av en majoritet av alla infödda svenskar än idag, och där kategorin ras har varit den centrala kärnan: att vara svensk är att vara vit, och att vara icke-vit är att vara icke-svensk.

I ett internationellt och europeiskt perspektiv är SD mest jämförbart med brittiska BNP och de tyska extremhögerpartierna, särskilt NPD, vilka båda också härstammar direkt från de nationalsocialistiska och fascistiska rörelserna i respektive land. SD sticker därmed ut i Europa genom att gå tillbaka till en obruten tradition från 1930- och 40-talen inom den specifika nordvästeuropeiska protestantiska extremhögerkontext som partiet ingår i. Sydeuropas extremhögerpartier går exempelvis mer tillbaka till en katolsk integralistisk tradition och de östeuropeiska extremhögerpartierna till en på alla sätt bruten tradition bakåt på grund av kommunismen och Kalla kriget, medan de övriga nordvästeuropeiska partierna såsom i Nederländerna och särskilt de övriga skandinaviska i Finland (Sannfinländarna), Norge (Fremskrittspartiet) och Danmark (Dansk folkeparti) har en högerpopulistisk bakgrund och kan därför inte helt jämföras med SD, BNP eller NPD. SD skrev därmed historia och utmärkte sig genom att komma "före" engelska BNP och tyska NPD in i den nationella församlingen då vare sig BNP eller NPD ännu lyckats nå över respektive lands procentspärr för att komma in i parlamenten.

Den svenska extremhögerrörelsen har även tidigare på många sätt varit avgörande idégivare och inspiratör åt den europeiska rörelsen, vilket delvis kan förklaras av den privilegierade position som svenskarna har i den rasbiologiska konstruktionen av den vita rasen såsom varandes ”de vitaste av alla vita folk på jorden”, och delvis av det faktum att den svenska extremhögern har kunnat agera med obruten kontinuitet sedan 1930-talet och fram tills dags dato på grund av att ingen avnazifiering ägde rum i landet efter kriget. Den svenska extremhögern har bland annat haft en avgörande betydelse för formulerandet av förnekandet av Förintelsen efter kriget och varit ”skolbildande” när rastänkandet och rasordet övergavs för kultur- och etnicitetsbegreppen efter 1968, och den svenska vit makt-musikens tidigare världsledande ställning är ännu ett sådant exempel på ett svenskt ”bidrag” till den västerländska nationalsocialismen och fascismen. 1990- och 2000-talens tydliga skifte från fokus på judarna till fokus på muslimerna inom den europeiska extremhögern är slutligen något som framför allt svensken Patrik Brinkmann har förespråkat och drivit framgångsrikt, vilket som bekant har gett ”goda” resultat. Brinkmann som idag bor i Tyskland har genom idogt arbete fått den största och framför allt viktigaste delen av den europeiska extremhögern att privilegiera islamofobin före antisemitismen, och han har därmed bidragit till att bana vägen för valresultat såsom exempelvis SDs.

I valet 2010 fanns det intressant nog även tecken på kontinuitet från 1930- och 40-talen. I Skåne och Västsverige var nationalsocialisterna starka innan och under kriget, och idag är det också SDs starkaste regioner. Det finns dock även undantag såsom Värmland och Norrbotten där SD ej är särskilt starka idag, men där nazismen har varit stark historiskt, och Bergslagslänen där SD idag har ett starkt stöd men där naziströrelsen var svag under kriget. Det finns en än tydligare kontinuitet bakåt på vissa orter där främst fascistiska SNF och nazistiska ”Lindholmspartiet” (NSAP/SSS) var stora på 1930- och 40-talen, till exempel i Fridlevstad i Karlskrona (där SD fick 20%), i Kattarp i Helsingborg, i Vankiva i Hässleholm, i Vemmerlöv i Trelleborg, i Dalby i Lund, i Hökerum i Ulricehamn och i Deje i Forshaga. I övrigt har SD börjat etablera sig även i större städer såsom i Malmö, Eskilstuna och Helsingborg (ca 10% vardera) samt i Gävle, Göteborg, Örebro, Västerås och Sundsvall. Annars är det landsbygden och arbetarklassens och den lägre medelklassens radhus- och villa-”sovstäder” utanför de större städerna som röstar på SD, till exempel tätorterna runt Uppsala. I Norrland är dock SDs resultat fortfarande magert förutom i delar av Härjedalen och Jämtland på grund av konflikten där mellan svenskar och samer, samt i Arvidsjaur och Boden. Visst högborgerligt stöd går också att hitta i valet 2010 såsom att SD fick en del röster i exempelvis Örgryte i Göteborg och i Bunkeflo i Malmö liksom i Oscar i Stockholm. I valkretsar där den utomparlamentariska naziströrelsen, vit makt-musiken och skinheadsubkulturen varit stark har SD inte oväntat ofta fått relativt höga valresultat såsom i Nybro, Nödinge, Skoghall i Hammarö, Vålberg i Grums och Borlänge. Slutligen finns en del riktigt "extrema” valkretsar runtom i landet där SD fick uppemot 20-30% samt där SD tillsammans med än mer extrema partier nådde 20-30% såsom i Södertälje och Sjöbo.

I skolvalet fick SD uppemot 15 procent av rösterna från landets 90-talister som går på högstadiet och gymnasiet. Till skillnad från tidigare skolval då siffrorna också visserligen varit höga på särskilt arbetar- och lägre medelklasskolor och då i första hand gällde högstadieelever, så är årets skolvalsresultat oroväckande då SD även erhöll relativt höga procenttal även på ”överklassiga” skolor vilket tyder på att även de "fina" ungdomarna och unga vuxna som allra oftast växer upp, lever och bor i genomsegregerade helvita stadsdelar och bostadsområden med mycket hög materiell standard och mycket gott kulturellt kapital också kan lockas av SDs exkluderande nationalism. Dessutom var tendensen i årets skolval att fler gymnasister röstade på SD än högstadieelever. I skolvalet 2006 fick SD 4,5 procent, det vill säga ungefär dubbelt så mycket som partiet fick i riksdagsvalet den gången, och i detta skolval fick SD återigen kring dubbelt så mycket röster i skolvalet som i riksdagsvalet, vilket än en gång avspeglar att SD är ett utpräglat unga vuxna-parti. Det tyder också på en fördubbling igen i valet 2014 om partiet inte gör bort sig fullständigt de kommande åren, och det betyder i så fall att SD då kommer att erhålla cirka 10-12 procent i riksdagsvalet och kanske över 20 procent i skolvalet 2014. Detta i sin tur innebär att Sverige efter 2014 slutgiltigt kommer att bli som "alla andra europeiska länder", det vill säga i de allra flesta andra europeiska länder har ett extremhögerparti ”regelmässigt” kring 10-20 procent av väljarkåren bakom sig. Vad ett sådant stort stöd för ett parti som SD kommer att resultera i vad gäller vardagsrasism, diskriminering, segregation och exkludering riktat mot icke-vita och icke-kristna svenskar går det bara att föreställa sig.

Uppsala universitets årliga Mångfaldsbarometern som publicerades efter valet bekräftar också att unga vuxna blir alltmer negativa till mångfald. Mer än 20 procent i ålderskategorin unga vuxna (18-35 år) uppvisar negativa attityder till invandrade vilket är en ökning från 10 procent på bara ett år, och vilket betyder cirka 30 procent av alla vita unga vuxna som bor i Sverige. Levande historias senaste attitydundersökning bland gymnasieelever (16-19 år) har vidare kommit fram till liknande resultat. Uppemot 20 procent av gymnasisterna har en negativ inställning till invandrare och muslimer, medan så många som 1/4 är negativt inställda till romer. Detta bör betyda knappt 1/3 av alla vita gymnasister mot bakgrund av den stora proportionen icke-vita och/eller icke-kristna bland 90-talisterna. Mångfaldsbarometerns och Levande historias färska attitydundersökningar förklarar därmed också SDs höga resultat i skolvalet, vilket tyder på att motsättningarna och konflikterna mellan vita och icke-vita och kristna och icke-kristna är som mest påtagliga bland ungdomar och unga vuxna i landet. De mest antirasistiska generationerna å andra sidan, och särskilt gäller detta kvinnor som tillhör medel- och överklassen i dessa ”mångtaliga” årskullar, är den stora del av totalbefolkningen som är född på 1940-, 50- och 60-talen och bland vilka få röstar på SD.

Förutom ålders-, köns- och klassaspekterna liksom att SD även får stöd från invandrade vita och kristna, så hämtar partiet dock sin allra viktigaste näring från den sorg över förlusten av den gamla Sverigebilden och det gamla Sverige som många infödda vita svenskar lever med oavsett politisk åsikt och attityd till invandrade. Det handlar om förlusten av det homogena Sverige men också samtidigt om förlusten av det progressiva Sverige, nämligen det Sverige som anses ha existerat fram tills att den icke-vita och icke-kristna invandringen kom igång på allvar på 1980- och 90-talen och då likhet och jämställdhet anses ha gällt fullt ut liksom en intakt välfärdsstat och ständigt höga tillväxttal, och det är förlusten av samma Sverige som både rasister och antirasister sörjer liksom vänstern och högern. I slutänden är SDs potential därför långt större än de 6 procent partiet erhöll i riksdagsvalet, då problemet egentligen inte är SD utan den svenskhet som fram tills nu inte har inkluderat, accepterat och erkänt icke-vita och icke-kristna som svenskar vare sig de är födda i landet eller ej. Det är nämligen inte bara icke-vita invandrade och deras efterkommande som riskerar att bli exkluderade på olika sätt av den vita majoritetsbefolkningen utan även icke-vita adopterade och icke-vita blandade vilka i de allra flesta fall har en eller två vita föräldrar och nästan enbart vita partners och vita släktingar, vänner, bekanta, grannar och kollegor.

Det är därför långt fler än SDs väljare, kanske en majoritet av alla infödda svenskar, som ställer sig bakom ”Ge oss Sverige tillbaka”-nostalgin som ju SD hade som paroll i valet, och som längtar tillbaks till det paradis på jorden och den samhällsutopi som Sverige utgjorde under särskilt efterkrigstiden för både rasister och antirasister och för vänstern och högern. Det homogena och vita Sverige var också det goda och solidariska Sverige, och det jämlika och jämställda Sverige var också det rika och framgångsrika Sverige, och alltför många infödda vita svenskar uppfattar och upplever idag att försvinnandet av detta Sverige, det land som under flera decennier utgjorde ”den bästa av alla världar” för hela det internationella samfundet, har ägt rum i samband med och till och med orsakats av den icke-vita invandringen och närvaron. Det är med andra ord svenskheten såsom den har sett ut fram tills nu och såsom många vita svenskar vill att den fortfarande ska se ut även i fortsättningen som måste kritiseras och bekämpas och till slut förstöras och försvinna för att en ny svenskhet som avspeglar dagens befolkningssammansättning och framför allt det nya och framtida Sverige överhuvudtaget ska kunna skapas och växa fram. Hur detta ska gå till är dock inte alldeles enkelt att sia om i ett land där den rasliga boendesegregationen har urartat även med internationella mått mätt och där arbetsmarknaden blivit alltmer segmenterad utifrån framför allt kategorin ras.

Tobias Hübinette, forskare vid Mångkulturellt centrum

domingo, 31 de octubre de 2010

El Bicentenario
(1810-2010)
¿200 años de libertad?

Por:Fernando Camacho Padilla


El pasado día 12 de octubre de 2010 se celebraba el día de la Hispanidad en conmemoración al encuentro del Nuevo y el Viejo Mundo. Concretamente 518 años antes, Colón llegó al continente americano en la búsqueda de una ruta directa a la India para evitar a los intermediarios en el comercio de la seda y las especias. Y realmente creyó que había llegado, razón por la que llamó a sus habitantes ‘indios’. Ese error de cálculo sobre la dimensión planetaria cambió para siempre la historia de la humanidad, y muy especialmente la de los habitantes que vivían en el ‘nuevo’ continente. Pero, además, el término ‘indio’, adquirió toda una serie de significados peyorativos que, a pesar de los esfuerzos lingüísticos de buscar nuevas denominaciones para los habitantes originarios de esa región, se ha mantenido hasta el presente. Frente al vocablo ‘indio’, acuden a la mente injustas denominaciones, como ‘el borracho’, ‘el sucio’, ‘el ladrón’, ‘el holgazán’, ‘el ignorante’; nuevos nombres aparecen, tales como indoamericanos, nativos, pueblos aborígenes o pueblos originarios. ¿Y cuál prefieren ellos? Pues como a todo grupo humano, que les llamen por su nombre original, ya sean Mapuche, Guaraní, Aymara, Siux, Quechua, Ixil, o Quiché, entre cientos otros.

Ahora que han pasado doscientos años del fin del control político y militar de España en la mayor parte del continente (de Cuba y Puerto Rico salió en 1898 empujada por Estados Unidos, una potencia todavía más fuerte y represiva), ¿qué supuso la independencia para los legítimos habitantes de América? Como ellos repiten una y otra vez, nada, absolutamente nada. Es más, perdieron los únicos derechos que les habían sido reconocidos a lo largo de los trescientos años del periodo colonial. Cuando el pueblo Mapuche tiene que demostrar su legitimidad territorial en los distintos procesos judiciales que tienen lugar en Chile, la principal prueba que enseñan al juez son los títulos de propiedad concedidos por los distintos monarcas españoles antes de la independencia. Sin embargo, estos territorios y sus derechos tampoco fueron regalados por la Corona. En ocasiones estos privilegios se lograron a costa de la resistencia armada (en el caso del pueblo Mapuche y otras comunidades pequeñas). Y en otros casos, por el apoyo de sectores de la Iglesia Católica después de las denuncias presentadas por ejemplo por Francisco Vitoria, precursor de los derechos humanos, cuya figura se encuentra frente a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York; y Bartolomé de las Casas, fraile dominico que se convirtió en Obispo de San Cristóbal de las Casas en Chiapas. Posteriormente, otras congregaciones religiosas como los Franciscanos o Jesuitas también se preocuparon por la protección de los indígenas frente a los abusos a que eran sometidos.

El marco jurídico bajo el cual estaba la América española, se transformó completamente tras la independencia. Las nuevas constituciones republicanas acabaron con las diferencias y privilegios sociales, tanto de los peninsulares como de los indígenas. A partir de ese momento, en la práctica todos los ciudadanos de los nuevos países pasaban a tener los mismos derechos. Y así, los más indefensos, los indígenas, perdieron la poca protección legal con la que contaban.
Durante la guerra de independencia, la mayoría de los pueblos indígenas marcharon y lucharon junto a las tropas realistas. ¿La razón? Conocían los postulados patrióticos (independentistas) de ‘igualdad’ para todos; un discurso poco convincente, pues los generales patriotas eran los mismos dueños de las haciendas y las minas en las que estaban obligados a trabajar. Y también eran los mismos que llevaban peleando más de doscientos años contra la Corona y la Iglesia Católica para acabar con los privilegios y las pocas propiedades que les quedaban a los indígenas.

Con esta serie de razones, y en esta fecha tan simbólica para la historia, debemos revisar los antecedentes familiares y étnicos de quienes lideraron la independencia. Se observará que quienes triunfaron formaban parte de la élite colonial, descendientes directos de comerciantes españoles, terratenientes o incluso conquistadores, que ahora se levantaron contra la metrópoli para tener la absoluta exclusividad del poder y control de una tierras que habían sido conquistadas por ellos mismos o sus antepasados. Es decir, si ellos habían realizado toda la inversión y esfuerzo para ocupar esas tierras, ¿por qué razón debían mantener el vínculo con una monarquía que no se tomó la molestia de conocer o visitar las posesiones que tenían más allá del océano, y a quien además tenían que pagar tributos?

La peor pesadilla de la élite criolla fue siempre una rebelión indígena o popular que acabara con sus privilegios, razón por la que optaron por permanecer al lado de la monarquía española cuando se produjeron los levantamientos de Tupac Amaru II en el Virreinato del Perú a finales del siglo XVIII o Hidalgo y Morelos en el Virreinato de Nueva España a comienzos del siglo XIX. Las élites criollas fueron las primeras en reprimir y organizar ejércitos que acabaran con estos intentos de cambio de la estructura social.

Entre 1810 y 1815, según la zona, se produjo la inflexión criolla frente al poder colonial y la autodeterminación. Durante estos años, España se encontraba mayoritariamente ocupada por el ejército napoleónico y los Borbones estaban presos en Bayona. Esta coyuntura fue entendida por los criollos como el mejor momento para acaparar con todo el poder político y económico real, pues para esas fechas, las rebeliones indígenas y populares que reivindicaban la independencia y especialmente acabar con los privilegios de la élite, ya habían sido aplastadas o estaban a punto de serlo.

Los criollos habían aprendido la lección de intentos pasados de independencia. Por ejemplo, la primera de ellas fue realizada a mediados del siglo XVI por un puñado de conquistadores dirigidos por el vasco Lope de Aguirre. Después de una larga expedición por la región del Amazonas, Aguirre desafió al Rey Felipe II y se auto declaró Príncipe del Perú, Chile y la Tierra Firme. Durante meses logró poner en jaque al poder real. Finalmente Aguirre fue capturado, ejecutado y descuartizado. Partes de su cuerpo fueron repartidas entre distintas poblaciones de la actual Venezuela. Después de semejante experiencia, era evidente que antes de lanzarse nuevamente a declarar la independencia, necesitaban contar con que el Rey de España no mantuviera las condiciones ni las posibilidades de repetir la misma historia. Y la primera oportunidad se produjo cuando la familia real borbónica permanecía presa en Francia. ¡Ya no había peligro de ser descuartizado!

La conmemoración del primer Centenario en 1910 en Latinoamérica vino acompañada de innumerables actos patrióticos, construcción de obras públicas, elogios a los padres y fundaciones de las naciones, entre miles de actividades, tal como acontece este mismo año con el Bicentenario. Sin embargo, el proletariado, sumido en condiciones de pobreza extrema y vejados de todos derechos fundamentales, se preguntaron sobre el valor político y económico de la independencia de España. ¿Realmente había mejorado la situación de esos territorios? ¿Para quiénes? ¿Y en qué? Luis Emilio Recabarren, en septiembre de 1910 emitió un largo discurso titulado “Ricos y Pobres” donde denunciaba que la independencia únicamente había sido significante para las élites criollas, al ser ellos los únicos que habían logrado arrebatar los privilegios de los peninsulares españoles para administrarlos por sí mismos. Para ello, además, utilizaron las masas populares con el objetivo de constituir ejércitos que derrotaran al poder colonial. Pero una vez ganada la contienda, poco o nada, se hizo para entregar libertad y mejoras a quienes habían luchado por ellos. ¿Se repite la misma situación hoy día? Se diría que sí.

Recabarren, entre otras afirmaciones, destacó lo siguiente:
“¡Celebrar la emancipación política del pueblo! Yo considero un sarcasmo esta expresión. Es quizás una burla irónica. Es algo así como cuando nuestros burguesitos exclaman: ¡El soberano pueblo… ! cuando ven a hombres que visten andrajos, poncho y chupalla. Que se celebre la emancipación política de la clase capitalista, que disfruta de las riquezas nacionales, todo eso está muy puesto en razón.

Nosotros, que desde hace tiempo ya estamos convencidos que nada tenemos que ver con esta fecha que se llama el aniversario de la independencia nacional, creemos necesario indicar al pueblo el verdadero significado de esta fecha, que en nuestro concepto sólo tienen razón de conmemorarla los burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra la corona de España, conquistaron esta patria para gozarla ellos y para aprovecharse de todas las ventajas que la independencia les proporcionaba; pero el pueblo, la clase trabajadora, que siempre ha vivido en la miseria, nada, pero absolutamente nada gana ni ha ganado con la independencia de este suelo de la dominación española. Tal es así que los llamados padres de la patria, aquellos cuyos nombres la burguesía pretende inmortalizar, aquellos que en los campos de batalla dirigieron al pueblo-soldado para pelear y desalojar al español de esta tierra, una vez terminada la guerra y consolidada la independencia, ni siquiera pensaron en dar al proletariado la misma libertad que ese proletariado conquistaba para los burgueses reservándose para sí la misma esclavitud en que vivía…”

Si se revisan las consignas que levantaron los dirigentes independentistas latinoamericanos, con las cuales se logró convocar enormes masas populares entre los sectores mestizos, vemos que la mayor parte de las mismas siguen pendientes. Dichas demandas consisten en: el respeto de los derechos humanos, el poner fin a todas las formas de discriminación (sexual, religiosa, de origen, de ideología…); la unión de todos los pueblos latinoamericanos con plena participación ciudadana; el acceso gratuito a atención médica, educación, cultura y recreación para todos; la reforma y humanización del sistema penal y carcelario; y las relaciones internacionales en igualdad, respeto y soberanía, entre muchas otras cosas.

Entonces, ¿no han sido suficiente doscientos años? ¿Se lograrán para el Tricentenario? Sin antes acabar con la manipulación mediática ni las estrategias políticas de los distintos gobiernos, esta situación podrá permanecer en la región por los siglos de los siglos, amén.
Doscientas sílabas alusivas

Por: Oscar García

Suenan las campanas de libertad
Van dando pasos con nuestra historia
Vibran los tímpanos con el tambor
¡Y afuera huele a carne
de cañón!

Los esclavos sueñan firmamentos
Rayados por el blanco látigo
Y las barbas escriben proclamas
Repartiéndose tierras y cargos

¡De países libres, soberanos
Cuadriculado está el continente!

Ahora icemos nuestra bandera
Mientras cantamos el nuevo himno
En la mesa del caudillo vino
Y todo el trigo para el dictador

Hay tierras que cercenar, cuchillo
Mares enrojecidos que beber
Degollando indios en libertad
Y mercando negros sin cadenas

Doscientos años para celebrar:
Yo levanto mi copa
vacía!