jueves, 13 de diciembre de 2012


"¡APOCALIPSIS NOW,
POR FAVOR!"

Por: Mamá Porno
Foto: Tamara Strugo

Sábado en mi casa, sin planes a la vista y empezando a aburrirme. Me había pegado una sesión non-stop de tres capítulos de Soltera otra vez y tres de Graduados y, lo crean o no, como que me estaba sintiendo un poco... frívola y patética. La inactividad empezó a producirme una especie de inquietud interior y de repente me urgió ponerme profunda, salir de los romances de las series y conectarme con algo más espiritual, con otra dimensión, qué sé yo,  pongámosle que quería hacer algo religioso, no sé, ¡prender unas velitas aunque más no fuera! Pero el shabat ya había terminado y a la estampita de San Antonio no le prendo ni un fósforo, porque o me deja en ayunas durante meses o me manda unos boludos que más que respuestas a mis peticiones, parecen un castigo de Mandinga. Así que ahí lo tengo en penitencia a San Antonio, bien encerradito en un cajón cualquiera, haciéndole compañía a las estampitas de San Alejo y de Ochún, otros dos que también me han defraudado bastante.

La cosa es que en este sábado triste y aburrido yo no tenía ni un equeco al que prenderle un pucho y yo, la verdad, no sé cómo conectarme con lo espiritual sin un objeto de adoración, esto, de hecho, me ha causado algunos problemas en la vida… pero ese es otro tema. Pensé que podía arrodillarme frente a la nada y rezar, pero no me daba. O sea, todo bien con Dios, pero prefiero relacionarme con alguna de sus manifestaciones corporales, no sé si me explico. Pero está Youtube, madre mía, qué alivio, me obliga a seguir sentada frente a la compu, pero igual p’allá me dirigí y escribí simplemente “Jesús”, porque ahí de una que te salen ochentaycuatromil documentales, que, o te elevan y te terminan convirtiendo, o te sacan para siempre cualquier mínima gana de espiritualidad…

Los años perdidos de Jesús, ya me lo vi. Jesús era hijo de Cleopatra, ya me lo vi. Jesús versus Juan el Bautista, ya me lo vi. Jesús tenía hijos, hermanos, tíos y primos, todos viven ahora en Francia, ya me lo vi. Pasé de Jesús a Buda y de Buda a la Cienciología, y nada me ponía en estado de trance ni me inspiraba, ni me hacía olvidarme de este sábado del orto sin nada más picante que hacer. Hasta que me encontré con el fin del mundo maya… ¡El 21 de diciembre de este año se termina el mundo y nadie me había avisado! Me clavé tres horas más frente a la compu tratando de entender todas las explicaciones de documentales de diez minutos, algunos más dudosos que otros, mezclas de física, extraterrestres, sabiduría sumeria, fe ciega y realismo mágico. Nada me quedó muy claro, pero entendí  muy bien que  se  viene el fin del mundo en unas pocas semanas… ¡con la cantidad de cosas que hay que hacer antes de un apocalipsis! Yo sabía algo del apocalipsis tradicional –una vez más, gracias, Youtube– que los siete sellos,  que las siete trompetas, que el combate con el dragón, pero el fin del mundo maya, ¿habría que esperarlo de un modo especial? ¿Empiezo a despedirme de todos mis amigos y familiares? ¿Me gasto todos mis ahorros ya? ¿Va a ocurrir en todo el mundo al mismo tiempo o respetará husos horarios? ¿Qué me pongo ese día, ropa interior sexy y las joyas de la abuela, o un buzo y zapatillas para cuando haya que salir corriendo? ¿Tendré que dejar un testamento por las dudas? ¿Me llevo el álbum de fotos familiar? ¿Abrirán un búnker apocalíptico? ¿Me entrego ahora mismo a la lujuria o finalmente le confieso a mi último chongo que lo extraño?

¿Será verdad todo esto del fin del mundo maya? Porque, no nos dejemos engañar, señoras y señores, que ya en vísperas del segundo milenio nos hicieron lo mismo: que los sistemas no entendían la cifra  “2000”, que los marcianos iban a invadirnos, que el sol se iba a apagar, en fin, que se venía el estallido. Yo, desde las cero horas del 1 de enero del 2000 hasta que dieron los primeros rayos del sol, lo único que vi estallar fue fuegos artificiales y a la manga de borrachos y volados que había alrededor mío.

Pero los mayas eran tipos serios, así que esto no podía ser joda. Ahora, ¡¿cómo es que nadie está hablando de esto todo el tiempo?!, ¿dónde están los artículos que nos advierten del inminente fin de la humanidad? Con una mezcla de angustia y euforia, me puse a revisar el face, pero la gente parecía preocupada por otras cosas: uno que se ha quedado sin laburo, un amigo tramitando el divorcio, una amiga con un embarazo de más y otra con uno de menos, perdidos que no se hallan, la que anda penando un amor no correspondido, el chabón que a los cuarenta sigue en lo de los viejos, la loca que vive empastada, otra que no se anima a salir del armario, los que no llegan a fin de mes, los que se sienten muy solos, los que necesitan algo de soledad… Después miré los diarios de cuatro países: cierran una fábrica más y dejan a muchas familias sin ingresos, políticos corruptos, elecciones truchas, una sequía más en África, cinco grupos armados peleándose por un pedacito de tierra, los hielos del Polo Norte, la inmigración ilegal, poblaciones indígenas contra empresarios, guerras y guerrillas, el narcotráfico, consumo desmedido, juventud perdida, el aumento del racismo, pedofilia, violencia doméstica, fanatismo religioso, hambre por acá y por allá gente comiendo pizza con caviar de beluga para después vomitarlo y no engordar.

¡Mierda! Yo que estaba buscando noticias sobre el fin del mundo el 21 de diciembre… para descubrir que el fin del mundo está acá mismito entre nosotros. Lo vemos todos los días en los diarios y lo vive cada uno en su pequeño universo individual. Al final no sé si desesperarme o si alegrarme por las profecías mayas. ¡Qué barbaridad! Hace unas horas se me ocurrió ir en busca de algo espiritual y me terminé topando con la más cruda realidad. ¡Fin del mundo, las pelotas! Vayan hasta acá nomás a preguntarle a un sin techo si el fin del mundo no es todos los días cuando hay que vagar por la calle con diez grados bajo cero. Ahora entiendo lo que decían nomás el otro día unos kabezanegras amigos: ¡el fin del mundo no es chamullo, lo experimentamos todos los días cuando vemos las noticias y nos duele la "huata"!  

Triste me puse y triste quedé pensando que a esta humanidad no hay Armagedón que la salve. Mi sábado patético parecía estar terminando en este estado de fatalidad cuando de repente apareció una solicitud de amigo en el face: Carlos Paz. Esta memoria de Alzheimer que tengo, que normalmente se acuerda de todo lo que tengo que olvidarme y viceversa, no me traicionó en este momento clave y se me abrió el archivo: Carlos Paz, mexicano simpático que una noche de verano en La Neta me contó todos los secretos de un taco de ley. Carlos Paz tenía probablemente menos sangre indígena que yo, pero ese detalle no le quitaba que esto era lo más cerca que yo jamás iba a llegar de un maya. ¡Y que apareciera justo en este momento era como una señal del más allá!

Mensaje va, mensaje viene, lo iba a tener en mi propio hogar en un rato. No tenía ni tequila ni nachos, pero yo creo que a un buen Malbec no se le resiste ni Kukulkán. Algo me dijo que el objeto de adoración que estaba buscando era el que estaba en camino… ¡Y es que a lo espiritual se accede de tantas maneras…! Con suerte esta noche se venía de movimientos apocalípticos. Y de repente ya no me importó tanto.

martes, 30 de octubre de 2012


CRISIS EN LA EDUCACIÓN
Por: Mamá Porno

¡Crisis en la educación…! Los universitarios en Chile, los secundarios en Argentina, los profesores en Suecia, la Academia tiembla, y mientras los departamentos de idiomas sucumben (en el futuro solo necesitaremos hablar inglés y chino…), te piden diploma hasta para lavar platos…¡Crisis en la educación! Que si sirve estudiar Historia, que si hay que aprender a escribir a los tres o a los seis años, que si la escuela tradicional o Montessori, que si la Enciclopedia Británica o Wikipedia. La gente despotrica, grita y opina, padres, políticos, educadores y educandos se expresan, y toda esta locura me puso también a mí a pensar. Y pensando y pensando, ¡ay, que me da por pensar a veces!, me acordé de tantas enseñanzas que me dejó la escuela… ¿o es que solamente aprendimos Química orgánica y a declinar verbos en latín? ¡De tanto está hecha la educación que recibimos!

Yo me acordé, por ejemplo, del Baba. ¿Sai Baba? ¿Sai Baba en la escuela? No. El Baba era el profe de Lógica, apodado el Baba por nosotros, vaya a saber cuál era su verdadero nombre de pila, han pasado tantos Babas por mi vida que me los confundo… Aunque de la cara de este no me olvido, sobretodo de la cara que ponía cuando ciertas alumnas pasaban al frente a dar lección. No cualquier alumna, no, el Baba tenía unas favoritas a las que prefería sacar de la tranquilidad de su banco para llamarlas a dar lección ahí, al frente, al ladito del pizarrón, expuestas a las caras aburridas, burlescas o interesadas de la manga de adolescentes que de repente respiraban alivilados porque  esta vez no  les había  tocado a ellos. El Baba siempre llamaba a las mismas, la verdad, a las jovencitas víctimas de su belleza,¡ay, qué duro es ser bella..!, y aprovechaba para parárseles cerquita y para así –mientras tomaba lección, claro, lo de él era la educación– poder verlas bien, ver cómo el escote del pristino guardapolvo blanco daba lugar a la tersa piel, cómo esos cuellos jóvenes se extendían hacia una cabecita ¿pensante? y cómo descendían hacia las profundidades de los senos turgentes de las adolescentes… ¡Ay, qué firmeza! Qué firmeza la del Baba cuando corregía a las educandas, y con qué firmeza no dejaba de fijar su ojitos en todo lo que el guardapolvo permitía adivinar bajo su acartonada textura…. ¿Sabía la alumna la lección? ¡Qué más da! El Baba se regodeaba y todos los demás aprendíamos  cosas de la vida: lógica aristotélica y la lógica de un viejo decrépito que aprovechaba la situación para babearse con sus alumnas.  ¿Acaso no estudió alumna? ¿No sabe todavía los nombres de los modos del silogismo, preciosa adolescente piel tersa cual durazno maduro energía pura ojos vivaces juventud divino tesoro cómo me gustaría sentarla en mi falda y explicarle las premisas en las que piensa un viejo verde baboso como yo cuando le mira el culo……………………….. ”¡Profesor! ¿Puedo contestar yo? Acá, Profesor, acá, yo…” ”¡No, usted cállese, sigamos escuchando a la alumnita rica, ejem, a la alumna que está acá al frente”.

¡Eh, pero este es un texto sobre los múltiples aprendizajes de la escuela, y el departamento de los babosos no estaba reservado a los hombres, joder, que esto empieza a parecer un relato feminista..! Porque también teníamos Biología, con una profesora. Y esta profe tenía una clara inclinación hacia los sistemas reproductivos, de las plantas, de las amebas, de la vinchuca, de todos los seres vivientes, qué linda ella, digamos que era bastante pro-vida. La profe de Biología no solo tenía un tema favorito sino que era, además, generosa. Por eso no nos privaba de su vida privada y salpicaba las clases de manual con sus propias  anécdotas picantes: básandose en sus vivencias y con una sonrisa cómplice nos explicó que las mujeres teníamos una suerte de poder entre nuestras piernas con el cual podíamos engancharnos a un macho para siempre … ¡por medio de un embarazo! “Disculpe, Profe, ¿y la inocente criatura, qué tiene que ver con los problemas de los adultos?” “¡Cállese, alumna, ese no es el punto…!” … ¡Cuánta sabiduría, Profe, cuánta sabiduría…!

Ay, pero la profe, que igualmente no logró retener al marido a su lado, tenía un alumno favorito al cual no podía evitar tirarle los caballos en plena clase, con lo cual los demás, espectadores de tal espectáculo contra nuestra voluntad, íbamos  aprendiendo  que las mujeres podían ser igual de babosas que los hombres… Si eso no es igualdad de género, ¡la igualdad dónde está! En todo caso, la profe de Biología, vamos a llamarla Mecha, salió mejor parada porque el alumnito, ni lento ni perezoso, efectivamente accedió a algún encuentro ex aula con la madura mujer. “Es solo para divertirse un rato”, explicaban con ojitos soñadores algunos compañeros varones ante la cara de horror de algunas compañeras mujeres que no podían entender que el fulano pudiera acceder a transarse a la Mecha que, después de todo, ¡era una vieja de unos 30 años!

Pero, bueno, ¡me fui al carajo! Yo tenía que hacer una reflexión profunda acerca de la educación y acá estoy, ¡yéndome por la tangente del chisme! Mi punto era tal vez pensar en la educación desde los otros lugares donde también ocurre, simplemente porque hay seres humanos que se encuentran. O, como decía alguien que sí sabe de estas cosas, no una pseudo-opinadora desbocada como yo, la educación es “el territorio donde todo el aprendizaje sucede”. Unos aprendizajes están, sin duda, menos buenos que otros, ¡pero eso que lo piensen los expertos! Yo ya aporté lo mío.

“ Para memorizar los modos válidos de la tercera figura, ¿decimos FELAPTON, Profesor, o era FELLATIO???” …¡Maldición, otra vez se me mezcló la Biología con la Lógica..!

martes, 11 de septiembre de 2012


(Fotoperformance Eli Neira, registro María de los Angeles Sanchez.
Locación: Ex Maestranza de San Bernardo)

LOS SOLDADOS DEL DÍA A DÍA Y LA DICTADURA DEL SUEÑO PATRIARCALMENTE PATRIÓTICO
     Por: Mamá Porno

       -  “Mijita, vaya a llenarme la botella con agua para rociar la ropa”

Esta era la típica frase dominguera de Hortensia, la madre de una amiga mía, la Blanquita, chica que al igual que yo, nació por allá por los 70.

Blanca me cuenta que, cuando ya daban las siete de la tarde, y mientras los más chicos en su casa chilena disfrutaban como cerdos en barrial de las últimas escenas del Jappening con Já, su madre se instalaba por horas a planchar uniformes: uniformes de colegio y uniformes militares. Su madre no era planchadora de profesión, sino un ama de casa de clase media (no tan) respetable, de esas que abundaban cuando ella creció. La diferencia estaba quizás en que Hortensia era algo peculiar, o más bien, a ella le había ocurrido algo un tanto fuera de lo común: su hijo mayor se había ido exiliado, mientras que su marido era partícipe –queriéndolo o no-, de uno de los periodos más terribles de la historia de Chile, el golpe militar (o “pronunciamiento militar”, como a algunos fachos se les ocurrió que se podía bautizar). Mi amiga, inocente de todo mal por aquel entonces, tenía prohibido contar en la escuela que su hermano mayor se había ido a las tierras de Abba y el premio Nobel; tampoco podía contar que su padre era milico. Cosas de grandes, pensaba ella: “Si me dicen que muera en la rueda yo lo hago”.

Por cierto ella intuía que en todo esto había ‘perro enterrado’. Algo olía muy pero muy mal. En casa, cada vez que se escuchaba la palabra dictadura sentía Blanca como si un sablazo hubiese cortando el aire. “Volaban plumas”, me ha contado, sobretodo porque la palabra dictadura salía disparada por los aires justamente después de algún atentado con bombazo incluido, cuando la ciudad se quedaba completamente a oscuras. A veces, jolines, justo antes de los bombazos, el canal de televisión era intervenido: “entonces aparecía la cortina de inicio de la famosa Radio Pirata, que con la canción Sube a nacer conmigo hermano de Los Jaivas, contaba cosas que yo no entendía, pero que me dejaban helada. Luego en la calle se escuchaba gente que gritaba y cantaba, y que con ollas salía a la calle, mientras mi padre, un tanto consternado, nos decía a mi madre y a mí que no nos asomáramos, y que saldría a poner candado al portón”. Por aquella época mi amiga se enteró también de que en su casa había un revólver y que en una cajita de fósforos, escondida en el velador, su padre tenía guardadas unas balas.

“Mentiría si dijera que el uniforme de mi padre era el de un revolucionario a lo Ché, y que mi madre al venerarlo hubiese sido la mujer de un héroe. La verdad es otra, menos romántica”, cuenta ella.

Los padres de Blanca, Tristán y Hortensia, se conocieron por allá por los años cuarenta. Ella de Los Andes; él, capitalino apostado en esa zona debido a que estaba haciendo el servicio militar. Ambos eran muy jóvenes cuando se conocieron; y esa misma juventud y esos ímpetus, les transformaron en padres cuando él apenas había cumplido la mayoría de edad; Hortensia era prácticamente una niña. Tristán, de familia pobre e infancia muy precaria, no pudo terminar la escuela antes de empinarse el uniforme. En otras palabras, la ideología militar en su cabeza era lika med noll. Con suerte le gustaba ver tiras cómicas sobre boxeadores, y más sabía de armas por novelas de pistoleros que por afán de defender a la patria. Ya una vez siendo cabo pudo terminar la enseñanza media, pero por cuenta propia, llevándose a la escuela nocturna incluso a muchos de sus compañeros. “¿Sería acaso un atisbo de sentido de justicia social?”, se pregunta mi amiga. “Francamente creo que él jamás quiso ser milico. Detestaba que le dijeran lo que tenía que hacer, y a mí me enseñó a cuestionarlo todo. Siempre me decía: ‘nunca hagas nada sin saber la razón por la que tienes que hacerlo’. Mi madre por otro lado, hija como era de una época en que las mujeres tenían que seguir en todo a sus maridos, poco se enteraba de lo que ocurría fuera de casa por aquella época. Mi padre tampoco contaba, no podía”.

Así más o menos va la historia de Blanca y la de sus padres. Para muchos quizás nada especial. Para mí particularmente conmovedora, porque me cuesta ponerme en el pellejo de Hortensia, una mujer cuya alma debe haber estado habitada por el gusano de la inquietud y de la angustia. Joder, ¿Cómo conciliar una vida normal con el tormento de tener habitando en casa a dos Chiles tan distintos? ¿Cuántas tardes de domingo debe haber estado Hortensia pensando, callada y sumisamente, en el paradero de su hijo? ¿Cómo soporta una mujer el yugo de tener que plancharle las camisas a un hombre cuyos “deberes laborales” deben haberle llevado a cometer una decena de cosas horribles? ¿Lo sabía siquiera?

Así como hay Hortensias a un lado de la frontera también las hay del otro lado. Ese es el caso de otra mujer que vine a conocer hace un par de años. Se trata de Eugenia, una chilena que salió casada y exiliada de Chile junto a un militante de izquierda, Enrique, rumbo a un país europeo de cuyo nombre no quiero acordarme. Eugenia, simpatizante hasta la médula de los ideales de Allende, dejó el terruño a los 24 años, con un hijo todavía en pañales y uno de tres años. Contrarios como obviamente lo eran ella y su marido a la dictadura militar, se pasaron los primeros años del exilio tramando el regreso. El tiempo pasaba, los niños crecían, el sueño de volver podía concretarse, pero por desgracia no para Eugenia: a ella le iba tocar quedarse al cuidado de los hijos, mientras su marido, ingresando por la cordillera a Chile, conseguiría reunirse con sus compañeros para derrocar al dictador. La despedida entre ellos fue horrenda. Eugenia sentía que le amputaban los brazos, condenada como estaba a no poder seguir los ideales libertarios.

Pasados unos meses, y como casi era de esperarse, Eugenia recibió la irrevocable noticia: a su marido lo habían descubierto y ejecutado sin derecho a alegato; y así, los hijos de Eugenia y Enrique perdieron en el lapso de unos pocos años, a su patria y a su padre.

Frente a estas historias me pregunto por todos aquellos que no alcanzan a figurar en el ideario colectivo sobre los héros patrios ¿Por qué no reconocer, que en estas materias tan ‘decisivas para la humanidad toda’ los que pierden son siempre las mismos: las mujeres? ¿Por qué el ir tras un ideal de patria ha de tener tan nefastas consecuencias para quienes con sus entrañas y su corazón proveen al mundo de carne de cañón?

En la trinchera del día a día, aquella que implica cuidar de los hijos, sufrir y penar por ellos, los verdaderos soldados siguen siendo los mismos, y esos soldados, sin más uniforme que el que otorga la misma piel, han tenido y siguen teniendo, casi siempre, nombre de mujer: esos son para mí los verdaderos militantes.

 “Dios mío”, musito cuando pienso en todo esto en voz baja sin siquiera ser cristiana. ¡Tanto sufrimiento, tanta indefensión! Uniformes los hay de todo tipo. Algunos te llevarán a dejar a tus propios hijos para ir a luchar por una causa sentenciada a muerte desde el inicio. Otros te obligarán a hacer de oídos sordos cuando se torture a tus propios retoños. Ojalá el día que te acorralen puedas decir, sin embargo, que tu verdadera patria, fue tu casa. 

miércoles, 29 de agosto de 2012


Crónicas del Tour de France con CHARKIKAN
Más cumbia para la mesa uno, S'il vous plaît!

Por: MamaPorno

Mmmmm, oh la la!
La belle France, la tierra de Amelie, los perfumes, el gourmet francés, el Montmartre, la catedral de Notre Dame; oui oui Monsieur: ¡un baguette para mí y una docena de ostras para mis amigos! ¡Hostias, qué placer para los sentidos...!

Todo eso venía pasando por mi cabeza mientras nos acercábamos en camioneta a París luego de haber dejado un frío Estocolmo el día anterior. Con ansias esperaba ver la torre Eiffel y el Sena, el Sagrado Corazón y los barrios donde vivió Sartre… ¡pero no señores! No hubo Avenida de los Parques Elíseos, ni restaurantes chics, ni sexo desaforado sobre el Arco del Triunfo. Sólo divisamos parte de la ciudad de las luces desde muy lejos porque: ¡Cabrones, esto era una gira musical hasta el sur de Francia y no un paseo por Europa para gastarse la bencina!

Joder, ¡o sea que a mí me trajeron engañada a esta gira! ¡Qué descaro de gente! Músicos tenían que ser…

A unas 25 horas de viaje (“préstenme un plumón”, pedían algunos de los músicos), y cuando ya habíamos pasado raudos por las carreteras de París, caí en la cuenta de que esta era una de esas giras que hoy en día están de moda: o sea, un “proyecto de autogestión”, lo que vendría a ser la completa antítesis de una gira organizada para bandas con sello discográfico. Los Charkikan, como ya muchos sabrán, no se ajusta a este último caso, y más bien comparte estilo anti sello con bandas como Chico Trujillo y tantas otras.

En Burdeos, a una chorizada de kilómetros de París, nos esperaban los chicos de Guakismoprod (productora amiga integrada por algunos de los miembros de una banda latino/francesa conocida como Guaka), quienes se habían encargado de hacer los contratos para los tocatas más la promoción y una serie de movidas. Pero, ¡qué hotel ni que ochocuartos! A dormir a la antigua se ha dicho: o sea, a acomodarse en las casas de los Guaka, para luego partir rumbo a Seignosse, una localidad costera, a pernoctar en una escuela.

¡Cuek! Resultó que tampoco había escuela. Pero ahí está el voilà de los franceses, el caché del franchute generoso y el ingenio latino de nuestros productores, porque en vez de escuela (los de la muni que la habían ofrecido se cagaron y nos mandaron al helvete), apareció un verdadero ángel: Gaelle, una francesa trigueña de pelo larguísimo, de mirada desbordante y corazón gigantesco, quien nos prestó el jardín de su casa de campo para armar un improvisado campamento.

Ya instalados en Seignosse y bajo unos 38 aplastantes grados de temperatura, obviamente esperaba yo ir a echarles un luki a los surfistas; sin embargo, contagiada por el entusiasmo y los nervios de la primera tocata, empecé a sentir cómo mis músculos daban paso a todo un espíritu de tramoyista. Así, lista y dispuesta a convertirme en el segundo roadie a bordo (y dejando de lado mis más finos y elegantes ímpetus) pasé, de comentarista infiltrada, a roadie, fotógrafa, cocinera y allt i allo (o sea, algo así como un mentholatum pero más rica).

La primera tocata resultó todo un suceso para nosotros. Realizada en el Cream Café (spot de surfistas situado frente a tersas dunas que coquetean con el Atlántico), Los Charkikan debutaron frente a un público que de cumbias psicodélicas poco sabían, pero que, luego de una hora de tocata, terminó gozando como nunca. Cosa curiosa ver cómo gente que ni los conocía parecía encendida, alegre, alivianada. ¡Ay pinches! ¡qué concierto!, ¡y qué surfistas más exquisitos!

Pasada ya esta tocata, y sintiendo que lo que se avecinaba podía ser aún mejor, la banda fue cobrando cuerpo y confianza. Cuerpo porque los baguettes y la comida en general estaban de puta madre; y confianza porque el estar juntos tantos días, permitiría apretar ritmos, memorizar formas, estudiar posibilidades instrumentales, ensayar coreografías. O sea, todo aquello que en el día a día cuesta y pesa como volantín de plomo, pero que sale cuando se está de gira. La intimidad, como suelo opinar yo, es siempre la clave, voilà.

Los días fueron pasando. A la tocata en el Cream Café se sumaron cinco conciertos más; uno privé en casa de Gaelle, más cuatro tocatas en distintos lugares de encuentro: la disco/bar L’escargot, el café/biblioteca L’Ecume Des Mots, la plaza ciudadana Forum Le Penon (lugar en que hasta el alcalde se pegó unas bailoteadas), más el hotel Village-Club Louis Forestier.   

Pasados estos días, y luego de vivir la intensa realidad de una banda en gira, veo que los sacrificios del viaje valieron enormemente la pena. Si bien no me gané el corazón de ningún surfista, Los Charkikan se ganaron el mío. Mi más sincero reconocimiento porque, como muchos sabemos, tener la pega de músico no es fácil: se está expuesto todo el tiempo a la crítica, y el glamour en contadas ocasiones está realmente al alcance de la mano; sin embargo, los momentos que se viven en el escenario, el encuentro con la gente y el carrete, inclinan la balanza hacia el lado positivo.

Personalmente se me ha quedado grabado en la memoria un lema muy particular comprendido en esta gira: si bien todo el mundo anda detrás de la cosa material, del dinero y la comodidad, lo único que en realidad necesitamos en esta vida es un buen puñado de amigos y amantes, unas chelas, una guitarra y una gran dosis de curiosidad. Länge leve musiken!



Concierto ofrecido en casa de Gaelle. Seignosse. Francia



domingo, 20 de mayo de 2012


No te cases ni te embarques


Mamá porno desde Finlandsfärjan: un tributo al mes del mar (… que comenzó en Semana Santa con la resurrección de Jesucristo)

Desde que por primera vez puse mis pies en tierras nórdicas, comprendí que a los suecos, al igual que a mis coterráneos, poco o nada les importa la semana santa. No sé si para mi desgracia o buenaventura, el paganismo vikingo ofrece lo mismo que se incluye en la quebrada del ají y del peyote, o sea, una serie de prácticas de alta popularidad: reuniones familiares, buena mesa y mucho tinto. Dados estos antecedentes, y como en Suecia la comida es mala, el vino caro y la familia reducida, decidí embarcarme hasta Finlandia. Jamás se me hubiera ocurrido entusiasmarme con tamaño panorama tan trivial, de no ser porque escuchara las historias de un tal personaje* de Fittja a quien habían visto haciendo shows en estos barcos (toda una kuriosa para mí). Así, y animada por lo demás por las tan publicitadas “semanas cubanas” a bordo de Viking Line (nótese: 100 coronas a bordo de una hytt con vista a las acogedoras profundidades marinas), y con la divina esperanza de impregnarme de vibras centroamericanas, ritmos calientes, sudor interracial y hecatombe espiritual, cometí uno de esos penales que en cualquier fair play ameritarían una roja: me embarqué. Sí, damas y caballeros, y a bordo de los Viking justito para semana s(h)anta.

En general, un viaje de estos incluye, obviamente y como muchos ya saben, dos cosas fundamentales: brebajes alcohólicos a precios módicos y hordas de cuerpos cálidos dispuestos a todo. Ambas cosas se dan, y el viaje es recomendable si lo que se quiere es beber hasta morir para después terminar follando hasta que se te apague la tele… pero otra cosa es con guitarra.

Cuando eran las 6 de la tarde del viernes santo, ya justo en la hora de abordar, lo primero que encontré fueron hileras de familias con niños, mascotas, parejas de jubilados y una serie de jovencitos más trasnochados que yo. De romanticismo ni hablar hasta ya pasadas las 8 de la noche, cuando de pronto caí en la cuenta de que la Ericsson se había traído a todos sus empleados de conferencia (así les llaman por estos días) arriba del bote. Jolines, pensé, más de alguno con ganas de revivir las escenas de la proa del Titanic. Pero no, el reloj comenzó a marcar las horas, mientras mi vida se acababa… Poco después, apoyada con la mejor de mis pintas frente al bar y mientras me tomaba un Daiquiri de esos con paraguas tipo antena luminosa pensando en si lo de Arturo Prat no sería en realidad que lo empujaron, me cayó la teja respecto de una desnuda realidad: ¡Estos suecos no saben tomar! Para colmo, los latinos se contagian (no en vano gracias al alcohol se ha conquistado a pueblos enteros) y ya a eso de las 23 horas, el barco estaba transformado en una Esmeralda hundida en el mismo infierno tapizada de energúmenos dispuestos a empinarle la lanza a cualquier cosa viva (o medio viva). ¡Sálvese quien pueda! ¿Al abordaje muchachos? No, ardiente pero digna.

Ante tanto boludo tipo diabético en shock con sed de camello decidí echarle el ojo a los únicos sobrios sin pinta de finlandeses (estos últimos son, obviamente, parte del personal). Y ahí estaban ellos, los custodiados por Santa Cecilia, los músicos (… este sí que empezaba a pintar a fin de Semana Santa de antología). El crucero, cosa que yo ya casi había olvidado, llevaba a bordo un tropel de cubanos (más un par de latinos y suecos artistas). Curiosamente, todos ellos músicos de especial calidad, renombre y virtuosismo (de varios tipos, claro): nada que ver con el ambiente reinante.

- “Aquí está la mía”, pensé en voz alta. Los había congueros, cantantes, bailarines, trompetistas, etc. Todo un jardín marino lleno de lucidez, directo desde Cuba, con sabor a Habana Club de 7 primaveras y olor a puro. Mezclándome con ellos y haciendo gala de todas mis dotes salseras, conseguí entablar una charla de esas medio íntimas (después de varios daiquiris, unos cuantos shots, y una par de cuba libres ¡qué se esperan!) con un cubanito, Fidel, que me miraba todo entusiasmado, y que con su cara sabrosa me preguntaba si era muy difícil quedarse en Suecia.

Yo: (Joder, tema complicado después de tanto trago). “Sí, bueno, mirá, es que para quedarse, o te casas…”

Fidel: “… o te embarcas”, me dijo él.

Yo: “verás, ché, es que acá la cosa está difícil; tenés que aprender el idioma, ir al SFI, convalidar el título, etc. etc.”

Fidel: “pero, con una jeba como tú a mi lao yo me voy a cualquiel pa’lte”

No sé por qué, si serían la luna, las estrellas, o qué, pero de pronto Fidel se empezó a poner medio patudo…

Fidel: “mami… ¿qué te parece si nos vamos a echar una muela por ahí al cuarto?”

Yo: “¿cómo?”

Fidel: “Es que siento que estás tan linda mamasita”

Yo: ¡Ay papurri! (y eso fue lo más caribeño que me salió antes de que me lo agarrara del brazo… lo demás es historia)

Una sola cosa les puedo contar: a mí no me pasó lo mismo que a Tula, que se quedó dormida, sin apagar la vela…

Nota: Fidel se devolvió a Cuba y yo sigo felizmente soltera.   



*El personaje es conocido hacia el sur de Estocolmo como ’el burrito’. Aparece como tema central de una de las canciones de la Banda Charkikán

miércoles, 7 de marzo de 2012

¿Y QUIÉN CRESTA ES MAMÁ PORNO?

Por: Kabezanegra

En esta entrevista, el Kabezanegra presenta a la afamada Mamá Porno, estrella de la noche bohemia de Estocolmo, certera astróloga y actualmente referente crucial para conocer bien a fondo la realidad de las llamadas mujeres “multicultis”.

Kabezanegra: ¿Dónde naciste Mamá Porno?
Mamá Porno: Hola guapo, ¿dormiste conmigo que no me saludas?

Kabezanegra: Perdón guachumelia. ¿Quieres dos besos a la española?

Mamá Porno: No hombre, con la mano à la sueca me basta, después me tomo el codo (SONRISAS)

Kabezanegra: Bueno dime, ¿quién es Mamá Porno? ¿Por qué todos hablan de ella?

Mamá Porno: (CON VOZ MELOSA) Mira no sé. Tendrías que preguntarle a esos que tú conoces. Si de mí tengo que hablar te diría en todo caso que soy de esas bien buenas para decir lo que pienso, y que por eso se ha ido armando un mito a costa mía. Soy una tipa bien de carne y hueso, que por sobre todas las cosas, sabe disfrutar y disfrutarse y que, por pura casualidad, se ha vuelto medio conocida.

Kabezanegra: ¿Y por qué te interesa formar parte de esta revista digital?

Mamá Porno: Porque estoy harta de que siempre sean tipas muy cartuchas o bien tíos domingueros los que escriben sobre las pasiones y anhelos femeninos. Personalmente tengo unas cuantas historias que contar, además de las historias de muchos seguidores y seguidoras a lo largo de mis tantas primaveras.

Kabezanegra: ¿Y sobre qué escribes?
Mamá Porno: Bueno, ¿estás sordo? ¿Te saco los patos con la lengüita?
Kabezanegra: (RISAS) No, no gracias, pero…


Mamá Porno: ¡Vamos guapo no te sonrojes! (Y ESO ME LO DICE CON ACENTO DE STAR PORNO DE PELÍCULA ESPAÑOLA). Mira, yo vengo a destapar aquí la olla. A explicar realmente qué es lo que nos gusta y qué es lo que nos carga a nosotras las mujeres de hoy en día. A lo largo de la historia a las chicas se nos han venido achacando una serie de prejuicios y yo vengo a destruirlos…

Kabezanegra: ¿A sí? ¿Cómo cuáles?


Mamá Porno: Mira, como ese de que el tamaño a nosotras no nos importa, por ejemplo. Verás, nos han querido meter en la cabeza eso de que el tamaño no importa, y que la técnica sí…
Kabezanegra: Mamá Porno, ahora sí que me voy a poner colorado…
Mamá Porno: Vamos, no seas pelotudo. Mira, la cosa es que sí que importa. El tamaño, la forma, hacia dónde se inclina, y varias cosas más. ¡Que después nosotras hayamos aprendido a sacar lo mejor de las circunstancias es otra cosa…! ¡Si te contara!


Kabezanegra: Cuenta, ¡cuenta!



Mamá Porno: Bueno, eso no es todo. Hay muchísimas cosas que las mujeres pensamos y que no decimos (como se supone que para encontrar marido teníamos que estar calladitas). Pues bien, joder tío, de todas esas cosas vengo a hablar yo, no sin la ayuda de mis muchos colaboradores, quienes constantemente irán enviándome cartas que yo intentaré contestar por este medio.


Kabezanegra: A ver, pero eso del tamaño me queda dando vueltas…



Mamá Porno: ¿Es que la tienes muy chica? (RISAS COQUETONAS). Jolines, no te preocupes tío que es mal de muchos. Ahora con una buena erección ya verás que la arreglas. ¡Fíjate que hay suecos , que en general son tipos bastante altos, que con 25 ctms. no hacen mucho eh! ¡Ya me vi yo alguna vez tratando de resucitar a un caído! Lo peor es que el tema de la impotencia les jode a muchos… cuando en realidad lo que a muchas nos interesa es más bien una buena previa y no una cogida a lo Tarzán. Bueno, allá tú; claro, el tamaño importa, pero más importante que eso, diría yo, es que te lo hagan bien y que te gocen como si fueras un durazno bien maduro y jugoso.

Kabezanegra: ¿qué esperas de tus columnas?


Mamá Porno: Mira guapo, lo que más me gustaría es que las mujeres nos dejemos de pendejadas y que por fin hablemos abiertamente de todo. La generación de las mosquitas muertas ya pasó. No hay para qué aparentar ser lo que no somos. Si nos gusta follar hay que admitirlo y hablar de ello. Yo creo que mis columnas les van a gustar. Seguro habrá más gente que querrá hacerse amiga del Kabezanegra por facebook gracias a esta pinturita (RISAS)

Kabezanegra: ¿Y qué nos traes en el próximo número?


Mamá Porno: Mira, como es un número de semana santa y dedicado a cuestiones religiosas, creo que el temita irá por descuerar al imbécil de Adán, que nunca se atrevió a confesar que estaba follando con Eva mientras ella se comía la manzana. Les traeré historias de santas no tan santas y de mujeres que se han rebelado contra las cautas normas de la iglesia. Además en el próximo número inauguro las columnas de astrología para el resto del 2012, eso claro si me suben el sueldo y no sigo cobrando en carne…

Mamá Porno se detiene un momento con la mirada como a pensar en lo recién dicho, y con un parpadeo seductor se despide de mí toda glamorosa. El ruido de sus tacos y su olor a primavera centellean en el aire mientras se aleja. La veo partir, pensando en si aún conservo en casa alguna huincha de medir…