jueves, 13 de diciembre de 2012


"¡APOCALIPSIS NOW,
POR FAVOR!"

Por: Mamá Porno
Foto: Tamara Strugo

Sábado en mi casa, sin planes a la vista y empezando a aburrirme. Me había pegado una sesión non-stop de tres capítulos de Soltera otra vez y tres de Graduados y, lo crean o no, como que me estaba sintiendo un poco... frívola y patética. La inactividad empezó a producirme una especie de inquietud interior y de repente me urgió ponerme profunda, salir de los romances de las series y conectarme con algo más espiritual, con otra dimensión, qué sé yo,  pongámosle que quería hacer algo religioso, no sé, ¡prender unas velitas aunque más no fuera! Pero el shabat ya había terminado y a la estampita de San Antonio no le prendo ni un fósforo, porque o me deja en ayunas durante meses o me manda unos boludos que más que respuestas a mis peticiones, parecen un castigo de Mandinga. Así que ahí lo tengo en penitencia a San Antonio, bien encerradito en un cajón cualquiera, haciéndole compañía a las estampitas de San Alejo y de Ochún, otros dos que también me han defraudado bastante.

La cosa es que en este sábado triste y aburrido yo no tenía ni un equeco al que prenderle un pucho y yo, la verdad, no sé cómo conectarme con lo espiritual sin un objeto de adoración, esto, de hecho, me ha causado algunos problemas en la vida… pero ese es otro tema. Pensé que podía arrodillarme frente a la nada y rezar, pero no me daba. O sea, todo bien con Dios, pero prefiero relacionarme con alguna de sus manifestaciones corporales, no sé si me explico. Pero está Youtube, madre mía, qué alivio, me obliga a seguir sentada frente a la compu, pero igual p’allá me dirigí y escribí simplemente “Jesús”, porque ahí de una que te salen ochentaycuatromil documentales, que, o te elevan y te terminan convirtiendo, o te sacan para siempre cualquier mínima gana de espiritualidad…

Los años perdidos de Jesús, ya me lo vi. Jesús era hijo de Cleopatra, ya me lo vi. Jesús versus Juan el Bautista, ya me lo vi. Jesús tenía hijos, hermanos, tíos y primos, todos viven ahora en Francia, ya me lo vi. Pasé de Jesús a Buda y de Buda a la Cienciología, y nada me ponía en estado de trance ni me inspiraba, ni me hacía olvidarme de este sábado del orto sin nada más picante que hacer. Hasta que me encontré con el fin del mundo maya… ¡El 21 de diciembre de este año se termina el mundo y nadie me había avisado! Me clavé tres horas más frente a la compu tratando de entender todas las explicaciones de documentales de diez minutos, algunos más dudosos que otros, mezclas de física, extraterrestres, sabiduría sumeria, fe ciega y realismo mágico. Nada me quedó muy claro, pero entendí  muy bien que  se  viene el fin del mundo en unas pocas semanas… ¡con la cantidad de cosas que hay que hacer antes de un apocalipsis! Yo sabía algo del apocalipsis tradicional –una vez más, gracias, Youtube– que los siete sellos,  que las siete trompetas, que el combate con el dragón, pero el fin del mundo maya, ¿habría que esperarlo de un modo especial? ¿Empiezo a despedirme de todos mis amigos y familiares? ¿Me gasto todos mis ahorros ya? ¿Va a ocurrir en todo el mundo al mismo tiempo o respetará husos horarios? ¿Qué me pongo ese día, ropa interior sexy y las joyas de la abuela, o un buzo y zapatillas para cuando haya que salir corriendo? ¿Tendré que dejar un testamento por las dudas? ¿Me llevo el álbum de fotos familiar? ¿Abrirán un búnker apocalíptico? ¿Me entrego ahora mismo a la lujuria o finalmente le confieso a mi último chongo que lo extraño?

¿Será verdad todo esto del fin del mundo maya? Porque, no nos dejemos engañar, señoras y señores, que ya en vísperas del segundo milenio nos hicieron lo mismo: que los sistemas no entendían la cifra  “2000”, que los marcianos iban a invadirnos, que el sol se iba a apagar, en fin, que se venía el estallido. Yo, desde las cero horas del 1 de enero del 2000 hasta que dieron los primeros rayos del sol, lo único que vi estallar fue fuegos artificiales y a la manga de borrachos y volados que había alrededor mío.

Pero los mayas eran tipos serios, así que esto no podía ser joda. Ahora, ¡¿cómo es que nadie está hablando de esto todo el tiempo?!, ¿dónde están los artículos que nos advierten del inminente fin de la humanidad? Con una mezcla de angustia y euforia, me puse a revisar el face, pero la gente parecía preocupada por otras cosas: uno que se ha quedado sin laburo, un amigo tramitando el divorcio, una amiga con un embarazo de más y otra con uno de menos, perdidos que no se hallan, la que anda penando un amor no correspondido, el chabón que a los cuarenta sigue en lo de los viejos, la loca que vive empastada, otra que no se anima a salir del armario, los que no llegan a fin de mes, los que se sienten muy solos, los que necesitan algo de soledad… Después miré los diarios de cuatro países: cierran una fábrica más y dejan a muchas familias sin ingresos, políticos corruptos, elecciones truchas, una sequía más en África, cinco grupos armados peleándose por un pedacito de tierra, los hielos del Polo Norte, la inmigración ilegal, poblaciones indígenas contra empresarios, guerras y guerrillas, el narcotráfico, consumo desmedido, juventud perdida, el aumento del racismo, pedofilia, violencia doméstica, fanatismo religioso, hambre por acá y por allá gente comiendo pizza con caviar de beluga para después vomitarlo y no engordar.

¡Mierda! Yo que estaba buscando noticias sobre el fin del mundo el 21 de diciembre… para descubrir que el fin del mundo está acá mismito entre nosotros. Lo vemos todos los días en los diarios y lo vive cada uno en su pequeño universo individual. Al final no sé si desesperarme o si alegrarme por las profecías mayas. ¡Qué barbaridad! Hace unas horas se me ocurrió ir en busca de algo espiritual y me terminé topando con la más cruda realidad. ¡Fin del mundo, las pelotas! Vayan hasta acá nomás a preguntarle a un sin techo si el fin del mundo no es todos los días cuando hay que vagar por la calle con diez grados bajo cero. Ahora entiendo lo que decían nomás el otro día unos kabezanegras amigos: ¡el fin del mundo no es chamullo, lo experimentamos todos los días cuando vemos las noticias y nos duele la "huata"!  

Triste me puse y triste quedé pensando que a esta humanidad no hay Armagedón que la salve. Mi sábado patético parecía estar terminando en este estado de fatalidad cuando de repente apareció una solicitud de amigo en el face: Carlos Paz. Esta memoria de Alzheimer que tengo, que normalmente se acuerda de todo lo que tengo que olvidarme y viceversa, no me traicionó en este momento clave y se me abrió el archivo: Carlos Paz, mexicano simpático que una noche de verano en La Neta me contó todos los secretos de un taco de ley. Carlos Paz tenía probablemente menos sangre indígena que yo, pero ese detalle no le quitaba que esto era lo más cerca que yo jamás iba a llegar de un maya. ¡Y que apareciera justo en este momento era como una señal del más allá!

Mensaje va, mensaje viene, lo iba a tener en mi propio hogar en un rato. No tenía ni tequila ni nachos, pero yo creo que a un buen Malbec no se le resiste ni Kukulkán. Algo me dijo que el objeto de adoración que estaba buscando era el que estaba en camino… ¡Y es que a lo espiritual se accede de tantas maneras…! Con suerte esta noche se venía de movimientos apocalípticos. Y de repente ya no me importó tanto.